Capitulo 23

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   ~ Miro hacia arriba, apretó sus manos sobre mi pierna encajando sus uñas en mi piel, empezó a disminuir el ritmo... pude apreciar como su cuerpo temblaba, estaba teniendo un fuerte orgasmo (yo tampoco me quedaba atrás, también a mí me venían llegando). Me puse de manera que quedase sentado, empecé a pasar mis manos por sus pechos apretándolos y disfrutando el tacto de los mismos, ella se quedó con mi pene hasta dentro y como pudo giro el rostro para tratar de besarme. Se puso de rodillas y de inmediato me pare de la cama para colocarme de pie al piso, tome sus manos, la lleve hasta la orilla de la cama y la hice que se pusiera de pie sobre la misma.

 En esos segundos pude admirarla más a detalle en ese estado, era otra, no era la chica impredecible que conocí en principio (estaba mirando aquel hermoso ser que podía ver cada que la pensaba), jamás había podido detallar un cuerpo desnudo físicamente y puedo asegurar que cada facción de sí misma era un detalle de su imperfección que la hacía aún más perfecta, era arte para mis ojos.

La tome por las nalgas y la cargue, ella cruzo sus piernas en mi espalda y con una de sus manos introdujo mi pene en ella. La lleve hacia la pared para usarlo como punto de apoyo y empecé hacer mi trabajo, yo aunque estaba haciendo mucha fuerza al tenerla cargada lo estaba disfrutando, ella por su parte seguro que también; aunque estaba muy sensible. Estaba yo tocando muy seguido su ponto G y estaba logrando un 'squirting'*, toda mi parte inferior empezó a ser cubierta por un líquido incoloro tibio.

Ella me abrazo con las dos manos a la vez que no se contuvo más y empezó a gemir más fuerte y seguido, sus dedos apretaban mi espalda y sus uñas me marcaban, su mirada pasiva tratando de mirarme a los ojos, su cuerpo pidiendo ayuda, y de su boca saliendo un -¡No más!-. Sé que no debía parar pero baje el ritmo creyendo que algo le estaba haciendo daño y ella exclama con fuerza entre gemidos -¡NO PARES COÑO, SIGUE POR FAVOR SA**!-.

   

Podía ver en tu rostro... como tus gotas de sudor brillaban como perlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora