-Te imaginas que estéis en una clase, y te diga lo guapa que eres -dijo Stephanie con cara de soñadora.
-¿Quién va a decir el qué a quién? -llegó Nicolás.
-¡Nada! Nada, y a nadi-
-El profesor a Jen, ¿por? -dijo Stephanie.
-¿Tenéis rollo y no me lo has contado? -me preguntó.
-No, no es eso, no hay ningún rollo, joder, solamente me dará unas tutorías -contesté fastidiada. Este tema comenzaba a molestarme.
-Que no me entere yo, que le parto los dientes -amenazó. Mejores amigos, ¿eh?
Recuerdo cuando decidí perseguirle hasta su casa. El vivía a cinco pasos del instituto, y yo a unos cien, pero daba igual con tal de verle. Ahora le estoy empezando a coger rabia.
La gente se adentraba en el aula como caballos, se quedaban en la entrada para taponarla, ¿qué cojones? Oh santa mierda, está ahí.
-A ver, quítaos, Nicolás, quita, ¡quítaos ya! -gritó. Odiaba cuando hacía eso, se veía aún más sexy y egocéntrico. Tendría problemas con su novia, esto le solía pasar una vez al mes, o cada dos, era común.
Me quedé observando como la masa de gente desaparecía, y sin darme cuenta fui la única que quedó fuera.
-Jeniffer, ¿entras? -me preguntó Ian mirándome fijo. ¡Joder, no hagas eso! Este señor debe de ver hasta a mis bragas, ya andan de camino al acantilado.
-¿Yo? Ah, claro, obviamente, ya... entro -dije intentado confiar en mis habilidades. Él negó con la cabeza y cerró la puerta después de que yo hubiera pasado.
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-Y en 1972, ¿alguien puede contestarme? -dijo con un tono brusco. Se estaba enfadando.- ¿Nadie? ¿Sofía? -dijo mirando a mi amiga. Esta negó con la cabeza.
-¡Yo lo sé! -gritó Alberto.- El día en que perdiste tu virginidad -dijo riéndose.
Alberto se sentaba al lado mío en Historia, y dejadme decir, que era un suplicio.
-Cállate, idiota -dijo Andrea, una chica sentada detrás nuestro.
-¿Me estáis diciendo que no sabéis qué mierda pasó en 1972?
Un momento. Yo. Yo sabía eso.
-Em... en 1972 cuatro de los mejores hombres del ejército americano fueron encarcelados por un delito que no... ¿cometieron? -dije rápido, hundiéndome en mi silla.
-¡Gracias Jennifer! -todos comenzaron a hablar.- ¡Silencio, chicos! -sonó el timbre.- Mierda... bien, podéis iros, ¡los ejercicios de la página 29 para mañana! -se oyó una queja general.
Comencé a recoger, lo más rápido posible, y salí casi corriendo del aula.
-Jennifer, espera un segundo -oí. Apreté los labios tan fuerte que no los sentí, y me di la vuelta.
-¿Qué? -contesté.
-¿Estás de acuerdo en dar las tutorías? -preguntó mirándome, de nuevo, fijamente.
-No -contesté rápidamente, sin pensar.- Digo, sí, bueno, no sé, creo que no -me enredé. BIEN HECHO JENNIFER.
-Entiendo, ¿y qué días te vienen bien? Por tus padres, he contactado con ellos, y están de acuerdo, no te preocupes, ¿qué opinas?
-No quiero peso extra, estoy con exámenes, de esta asignatura, de tecnología, y de física -puse de excusa, ¡claro que quería ir a las jodidas tutorías!
-Háblalo hoy con tus padres, y mañana me informas, ¿está bien? -dijo sonriendo. ¡Joder!
-Claro, eh, sí, lo hablaré con ellos, uh... adiós -dije yendóme.
La había cagado hasta el fondo.
Bajé las escaleras corriendo, y resbalé, dándome una hostia en la parte de la nuca.
-¡Mierda! -esto me pasaba por estar tan nerviosa.
Fui más despacio, y a un ritmo más decente, hacia la salida, ya que las clases ya habían acabado.
-¿Te ha dado merengue? -preguntó Kevin.- La otra noche gané demasiado para ser real, ¡vamos a comprar hoy! -gritó.
-No sé cómo puedes caerme bien -dijo Sofía.
Sofía y Kevin eran mejores amigos desde primero. Kevin era gay, trabajaba en un bar nocturno como stripper, y últimamente, había estado de muy buen humor. Para que nos entendamos, Nicolás es mi mejor amigo, pero Sofía no lo puede ni ver. Y a mi Kevin me peta un ovario cada vez que habla.
-Primero que nada, ¡no grites!, y segundo, no vas a venir de compras con nosotras -dije acariciándome la nuca. Aún dolía.
-¿Qué te ha pasado? -preguntó Leire.
-Que me he caído por las escaleras, porque el señor este me pone de los nervios, y yo así, no puedo -contesté.- Menos mal que mañana es viernes -suspiré aliviada.
Bueno, ¡aquí está, hostias! Ya que mi corta mollera no me da ni para las mil palabras, lo dejo en 731, ¿okay? Okay, veo que nos entendemos.
No estoy inspirada, la verdad es que hoy he perseguido al chico más precioso del mundo desde la otra acera. Pero bue.
Espero que os guste, presiosuras <33. Chaoooo.
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Platonic love
RomansaLa vida de Jennifer es una marea de corazones. En primer lugar, un profesor que parece un actor de cosas indebidas. En segundo, un youtuber, odiado a más no poder por ella, y amado hasta las entrañas por su mejor amiga. Unas tutorías, una quedada, u...