Asunto: broncas. 1/2

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Nos habíamos pasado todo el trayecto cantando, y habíamos parado una vez, en una gasolinera, porque Harry tenía que mear y yo aproveché para comprar comida. Mucha comida.

-Aún no entiendo -dijo Harry con la boca llena de patatas fritas.- Cómo mierda estás tan delgada.

-Yo tampoco -dije metiéndome en la boca un regaliz.- Tampoco quiero saberlo, ¿sabes? Creo que tengo una teoría.

-Cuéntamelo, tienes exactamente siete minutos antes de que lleguemos a tu casa, pequeña obesa.

-Creo que dentro de mi se está formando una bola enorme de grasa, que en algún momento de mi vida explotará, y seré gorda, como una ballena.

-Apoyo tu teoría, nadie te querrá por obesa, ¿me equivoco?

Asentí, y seguido, giró la esquina, aparcándo el coche casi al momento.

-Guau, 007, tranquilo -avisé.- Si sigues conduciendo así, no volveré a montarme en el coche.

-Adiós Jess -rodó los ojos y sonrió.

-No sonrías -dije.- No me gusta ver cómo la gente disfruta de una felicidad que yo no tengo.

-Eso es egoísta -fruncio el ceño.- Bueno, es igual, fuera de mi coche, enana.

Salí con los nervios agarrados a mi estómago. Allá iba.

Abrí la puerta lentamente, y la cerré de la misma forma. Me quité los zapatos, y andé silenciosamente, ya estaba anocheciendo. Me dirigí al salón, y asomé solamente mi cabeza. Sí, en plan, misión espía. ¡Ya me vendréis cuando volváis a casa tarde de una fiesta!

No había nadie. Sí, aquel era el resultado de mi ecuación. 

Jessica+Sofía+escapada*volver tarde= nadie.

¿Qué? No, no, no. No podía ser, o sea, tenía que haber alguien. Y ni siquiera era una ecuación, joder.

-¿Mamá? -llamé.

Oí pasos desde la cocina. Al menos había alguien, ya me estaba asustando.

-¿Jessica? -respondió la voz. Oh mierda. Mierda, por qué, por qué.

-Qué hace en mi casa -pregunté.- No es que no me alegre de verle... ugh, a quién quiero engañar, eres la última persona a la que me apetecía ver, Ian.

-Vaya, gracias -rodó los ojos.- Tu madre está bien, está dormida, tu padre la acompaña en la habitación.

-¿Y por qué estás aquí? -gruñí.- Todo esto es tu culpa.

-¿Mía?

-Tuya, y de nadie más. Si no hubieras avisado en casa de que dabas tutorías, ahora no estaría así -me señalé.- Sino que estaría en pijama, viendo la televisión o comiendo patatas fritas, porque mis padres me hubieran dejado ir a la quedada, y no tendría que haberme escapado -comencé a llorar. No por berrinche, sino por rabia de que este hombre aún siguiera pisando mi casa.

-Deberías haber hablado con nosotros -dijo mi padre entrando en el salón.- Tranquila, no estoy enfadado, ¿quién no ha hecho esto alguna vez? -sonrió.

Mi padre siempre fue así.

-¿Qué tal está mamá? -pregunté con una pizca de angustia en la voz.

-Bien, acaba de despertarse, se ha tomado una aspirina, voy a avisarla, enseguida vengo -y subió las escaleras.

Aquello me dejaba a mi, con el profesor y un par de alfombras mal colocadas.

-Ya nos veremos en el instituto, Jessica -dijo sonriendo.- Y respecto a las tutorías, no hay nada más que hablar, dile a tus padres que perdonen las molestias -salió de allí, y le perseguí.

-¿Qué quieres decir? Osea, no puedes entrar un momento a mi vida familiar, darle la vuelta a todo, y luego irte sonriendo, ¡no puedes! -exclamé enfadada.

-Ni que fuera mi profesión, ¡no exageres, Jessica! -suspiró.- No eres la única con problemas, ¿está bien? Lo siento, pero ya no vas a dar las tutorías, ¡deja de echarmelo en cara, joder! -suspiró.- Adiós -y se fue.

Tan ancho.

Me dejó parada en mitad de mi pasillo, aún con los zapatos en la mano.

Me sentía una perdedora.

Holiii. No he podido hacerlo más largo, aún queda la otra mitad. La subiré esta tarde, o sino, esta noche, but, tranquilidad (?).

Espero que lo hayáis disfrutado, dicho esto, me retiro del ordenador (eso sería como decir que en enero hace calor) y voy a ir a comer algo.

Os quiero mucho, mucho, mucho.

Chao<3.

Platonic loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora