🧡 Rompiendo la ilusión 🧡

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A un mes de que comenzarán a salir, un mes donde había un gran cambio en los chicos, eran más alegres, más amables.
Unos chicos comunes, habían olvidado el propósito de su trabajo, tanto que solo se dedicaban a obedecer órdenes del padre de Meliodas, ya que si lo desobedecian, a todos les iría mal.

Pero en ese día, toda ilusión acabaría.

Lucy, Juvia y Erza salían de su día de clases, esperaban a las demás chicas en la entrada.

Cuando Lucy se percató de que en la esquina de lado contrario a la escuela había un hombre que parecía estar desmayado, ya que estaba en el piso.

-Oigan miren, hay un hombre tirado ahí.-

Erza y Juvia miraron hacia donde Lucy apuntaba.

-¿Vamos a ayudarle?-

Preguntó Juvia un poco dudosa.

-Vamos cerca de el, y si no despierta, entonces llamamos a la ambulancia o a la policía.-
Mencionaba ahora la pelirroja.

Las tres caminaron rápido hacia el, Lucy se agachó y lo miraba confundida.

-Parece dormir.-

-¿Será algún indigente?-

-Vamonos, esto no se ve bien.-

Lucy se puso de pie y cuando dio vuelta sintió algo que le pico en su pierna.

Miro hacia abajo y el sujeto le había inyectado algo.

Ella enseguida se sintió mareada y comenzó a tambalear perdiendo el equilibrio.

Erza y Juvia la intentaron sujetar para que no caiga al piso.

Pero aquel hombre había girado tan rápido hacia ellas que ya las había inyectado también.

No habían podido ver su rostro, ya que al estar tirado, tenía una capucha encima.

Las tres cayeron al suelo.

El hizo una llamada y antes de que alguien pueda verlas un carro llegó por el.

Las subió rápido con la ayuda de otro hombre y se las llevo de ahí.

-Faltan dos más.-
Mencionaba a su compañero.

Las llevaron a un lugar alejado de la ciudad. Las ataron de manos y pies y les vendaron los ojos.

Tomaron el móvil de las 3 y los apagaron. Sus mochilas las escondieron en un sótano.

La orden era clara.

Secuestrarlas, para luego tratar de venderlas a otro país, al mejor postor y al ser tan jóvenes y bellas, pagarian mucho por ellas.

Aún estaban bajo el efecto de aquella inyección, así que las dejaron solas y salieron por las otras dos chicas.

Con ellas dos el acto sería diferente.

Las espiaban saliendo de clases, ambas caminaban tranquilas por las calles.

Las acorralaron en un callejón y les taparon la cara con cloroformo.

Diane se resistía todo lo que podía, pero fue inútil.
Elizabeth fue la primera en meterla al carro, seguida de la castaña.

Las mochilas de ambas habían caído al suelo, ellos no se preocuparon por eso.

Subieron al carro y se dirigieron hacia donde estaban las otras tres.

Cuando llegaron a aquel lugar, las otras tres seguían dormidas. Ataron de manos y pies a la albina y castaña y las reunieron con sus otras amigas.

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