❤️ En mi mente estás ❤️

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Los dias continuaron su rumbo sin ninguna novedad, al menos para Elizabeth, ya que al parecer ella fue la única que no había dado un gran paso con su pareja de baile de aquella noche.

Diane ya había salido con Harlequin y Erza con Gerard la noche de aquel domingo que fueron a casa de Juvia.

Lucy se había topado con Natsu en la tarde del lunes cerca de la escuela y el la había acompañado a casa. Juvia y Gray mantenían contacto por teléfono y platicaban mucho.

Ella no tenía el número de Meliodas ni lo había visto en ningún lugar.

Creyó que para el solo fue una pareja de baile de la noche y ya, que no había visto nada especial en ella, eso la decepcionó.

Llegaba el viernes, salía de su clase de gimnasia, era ya tarde, ni siquiera había almorzado, moría de hambre, solo se cambió de ropa y se dirigió a su casa, no avizo a sus padres ni a Lucy que fueran por ella ya que su móvil se había quedado sin pila.

Así que sin remedio caminaba a casa esa tarde.

Todo estaba tranquilo, veía a los niños con sus madres jugar en el parque, carros pasar, motos, un dia normal.

Llegó a una esquina algo solitaria, la cruzó sin problemas, hasta que escucho bullicio detrás de ella.

Miro disimuladamente intentando no aparentar ser chismosa, pero en ese momento veía como un hombre alto caía al piso.

Ella se congeló del susto. Pero su sorpresa fue más cuando vio que de las sombras salió aquel rubio de ojos esmeralda.

-Sate, sate, sate, la próxima vez te irá peor, conmigo no juegas así. ¿Te quedó claro?-

La voz y rostro de Meliodas daba realmente miedo, no parecía ser el mismo chico amable de aquella noche.

El hombre se levantó rápido y corrió cerca de ella.

Elizabeth no quitó su mirada de Meliodas y cuando el miro hacia donde aquel hombre asustado corría sus ojos se centraron en ella.

Apenas la vio, su mirada llena de oscuridad cambio, ya no daba miedo, ahora todo se había desvanecido, era el mismo Meliodas de aquella noche

-¿Elizabeth? ¿Que haces por aquí?-

Preguntó un poco nervioso.

-Es mi camino a casa.-
Respondió un poco asustada

-Este barrio es peligroso, muchos hombres son salvajes y violentos.-

Contestó aún desde su lugar.

-Tranquilo, no me pasará nada, bueno nos vemos.-

Ella se giró para darle la espalda mientras le mostraba una sonrisa fingida.
Agitó su mano despidiéndose y se disponía a marcharse.

-¡Espera!-

La voz del rubio la hizo detenerse.

-¿Te asusté cierto? Lo siento, pero debi ser Rudo con ese hombre.-

Después de haber dicho eso no entendía porque debía explicarle algo a esa chica.

-Tranquilo, hagamos de cuenta que no vi nada. Bueno te cuidas Meliodas-

Nuevamente le daba la espalda disponiendose a caminar.

Pero el rubio de nuevo le hablo.

-¿Vives muy lejos de aquí? Puedo llevarte si gustas.-

Elizabeth se detuvo y miro hacia atrás para mirarlo y sonreírle dulcemente como solo ella sabía hacerlo.

-Es muy amable de tu parte, muchas gracias.-

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