❣️ Erza y Gerard ❣️

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Esta pareja fue la primera en tener su noche de pasión mucho antes del secuestro, la misma noche de la fiesta de Juvia, el fue a su casa.

Erza vivía sola desde hacía ya un par de años, sus padres viajaban constantemente y aunque la visitaban muy seguido, la mayoría del tiempo ella estaba sola. Su nana le cocinaba y le lavaba la ropa, aunque Erza le ayudaba mucho también, su nana se iba en las noches y ella se quedaba sola en aquella gran casa. Se había acostumbrado a la soledad y no le molestaba, cuando sus amigas pedían pijamadas la casa de Erza era siempre la opción ya que nadie las molestaba ahí.

Cuando se reencontró con Gerard aquella noche los sentimientos que creía había olvidado por el resurgieron. Se conocían desde la secundaria, se graduaron juntos y eran buenos amigos. Siempre hubo algo de atracción entre ellos, pero Gerard nunca se le declaró a ella.

Se distanciaron y ella perdió contacto con él, hasta hace apenas algunos meses que se lo encontró en las redes sociales y volvieron a tener comunicación.

Así que esa noche con los tragos encima, ella le llamo al llegar a su casa, quería seguír tomando con él.

Cuando llegaron y vio meterse a Meliodas a su cuarto, supo que era su oportunidad de ir con aquella pelirroja.

Acepto de inmediato y en minutos estaba a la puerta de su casa.

Erza no lo hizo esperar y lo dejo pasar.

Platicaron de lo ocurrido en la fiesta entre otras cosas, la plática había sido tan amena que estaba por amanecer ya y el seguía con ella.

Erza con la valentía que el alcohol le había dado se le declaró, Gerard sorprendido por eso la abrazó.

Ella creyó que la estaba rechazando, pero todo lo contrario, a él le gustaba también.

Así que esa noche se entregaron uno al otro.

Y desde aquella noche de pasión ellos se veían muy seguido.

Así que al estar solos en aquella cabaña era la oportunidad perfecta para disfrutarse mutuamente.
Gerard sabía los puntos donde más se excitaba su pelirroja, y ella sabía como el se venía rápido.

Eran tal para cual, no se cohibian, tenían ya esa confianza mutua de hacerse muchas cosas placenteras.

Habían hecho ya tantas posiciones, pero la favorita de ambos era en cuatro, ya que él podía tomar ambos pechos de ella y moverla a su antojo.

Algunas veces ella dominaba en el, y en otras tantas el a ella.

En el sexo eran tal para cual, dos piezas de rompecabezas que se unían perfectamente.

Pero a pesar de tantas noches de pasión, el siempre la cuido, no quería que se acabara la diversión, y ella tampoco quería eso, quería disfrutar todo lo posible al peliazul.

Habían terminado su primera ronda de sexo, ella yacía acostada desnuda en la cama profundamente dormida, él se puso de pie para admirar un poco el paisaje, vio a Juvia y Gray caminar hacia el mar y sonrió.

Le agradaba que sus amigos estuvieran felices al igual que él.

Miro hacia la pelirroja, era tan sensual, y tan bella.

Para el no había mujer más perfecta que ella, solía ser ruda y valiente, pero también podía ser tierna y femenina, una dama en la calle y una verdadera puta en la cama.

Sabia que ella era así solo con él, la misma Erza se lo había confesado y eso era por una sola razón, ella lo amaba con locura.

El aún no sabía del todo que sentía por ella, pero sin duda la protegeria de todo mal, ella era muy especial, aparte de su amiga, era su novia, amante, su consejera fiel, nunca le reprochaba nada, y siempre lo escuchaba.

Erza se movió un poco y no sintió a Gerard junto a ella, se sentó lentamente de la cama y comenzó a buscarlo en la habitación.

Lo encontró sentado junto a la ventana, mirando hacia el mar.

Su abdomen marcado, sus brazos fuertes y musculosos, esa cicatriz en su rostro lo hacía ver cómo todo un hombre rudo y salvaje.

Le encantaba.

Ya que aún con esa apariencia el podía ser todo lo contrario, dulce, amable y gentil.

Sonrió inconscientemente, se levantó de la cama y camino hasta a él.

-¿Todo bien?-

Preguntó mientras se sentaba sobre él.

Gerard sonrió, mientras tocaba con ambas manos la cadera de la pelirroja.

-¿No te cansas de esto Erza?-

La pelirroja sonrió pervertidamente.

-Puedo hacerlo todo el día, eres un excelente amante.-

Gerard sonrió, la acomodó para penetrarla y ella gimió suave

-Tambien yo.-

Respondió en un susurro mientras comenzaba los movimientos rápidos dentro de ella.


En cada movimiento se sentía en la cima de todo el placer, el la hacia sentir tan llena y dichosa.

Jamás se cansaría de él.

¿Será acaso por el amor tan grande que le tiene?

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