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Ha pasado todo el día desde que Keith le contó los planes que tenían para él:

-Marmora. -Lance palidece.

-Mar... ¿mora? - Pero... - Keith coge su mano.

-Lance.

-No puedes volver.

-Tengo que ir.

-¡No tienes mi permiso, no puedes...! - coge sus manos. -Keith por favor... - su voz está rota.

-Saldrá todo bien. Te lo prometo. -Keith besa sus nudillos.

Es de noche.
Las ventanas del balcón están abiertas. El aire frío se cuela por el cuarto y le pone la piel de gallina.
Lance está sentado en el suelo, en los pies del balcón.
No deja de pensar en sus ojos ámbar. En ese brillo. En su olor.
Tiene su rostro pegado al traje de licra. Tiene la nariz enterrada en el pecho del traje. Sorbe como sus pulmones le dejan.
Al lado tiene el trozo de papel que se le ha declarado. Tiene alguna traza de tinta borrosos debido a alguna lágrima.
Está sonriendo de forma rota, con los ojos cerrados con fuerza. Suelta el aire suavemente y vuelve a dejar que las lágrimas caigan en regueros por su cara.
Separa su rostro del traje y lo acaricia con los pulgares.

-Eres idiota... -susurra en voz baja. Mira el papel que le ha dejado. ¿Como puede ser tan tonto?
Una nota. Un papel. Uno de esos papeles que más de una vez ha mencionado. No mentía. No le mentía. Siempre le ha dicho la verdad.
¿Incluso cuando le decía que jamás le alejaría de él?
Es irónico pero... a diferencia de otros enamorados empedernidos, él si le cree. Le cree y de sobra.
Coge aire y lo tira. Se levanta del suelo y coge el papel.
Lo esconde junto el traje de licra en su armario y se acerca a la cama
Está fría sin él. Hubieron noches mejores, llenas de calor y con sus brazos alrededor de su cintura. Eso sí es dormir. Eso sí es sentirse bien.
Suspira y cierra los ojos. Esconde su cara en la almohada y espera que al día siguiente aparezca el galra con la colada. Espera que la deje en la cama, bese su frente y tras rogarle que se quede, le diga que luego, os lo prometo, y acto seguido le guiñe el ojo.
Sonríe y se echa a llorar contra la almohada.
Y se acaba durmiendo, en silencio y sólo.

Keith lo tiene más difícil. Tiene que orientarse.
Nadie le está esperando.
Le toca ir andando hasta el lugar. Bueno y coger algún transporte rápido. No le queda otra.
No deja de pensar en Lance.
No han pasado ni días desde que estaba ahí, caminando, cogidos de la mano, besándose y comiéndose con la mirada. No hace ni días... sólo horas. Y ahora... ahora está de camino a una especie de cárcel de reclutamiento.

Llega a su destino.
El galra sólo tiene que esperar a que le reconozcan.
Es el mismísimo Kollivan quien se recibe.

-Kogane. -murmura el alto. Keith sonríe suavemente.

-Buenas noches Kollivan. - el galra no necesita decir más. El hombro extiende su mano. La sacuden y se abrazan simultáneamente.
Pasa dentro de la base. Todo está igual. El mismo ajetreo y el mismo esfuerzo.

-Pensé que te quedarías en Palacio.

-Y yo... - susurra Keith. - Pero me han encomendado venir. -Kollivan arruga su frente. Es tarde. Keith está ligeramente sudado y aún lleva el traje del viaje.

-Hagamos una cosa Kogane. Te duchas, te acuestas y mañana me explicas todo. -Keith asiente.

-Gracias, Kollivan.

-Esta es tu casa.

Y se ducha. Se ducha mirando un punto fijo, pensando en la única ducha que se ha dado con Lance. En lo bien que le sentó, en lo contentos que estaban ambos. Y... ¿será verdad? Es decir... ¿es interés, sólo le utiliza? Por que esas marcas brillan bastante... y son raras.
Raras y preciosas.
Deja de pensar en eso y en cuanto abre los ojos y piensa en los papeles. En quien es el responsable.
Y cada vez más cree que es Shiro. Y no sabe por qué.

Y llega el día siguiente.
Lance sigue en su cama.
No piensa levantarse.
Unx criadx sube la ropa a su cuarto y sale sin decir nada. Ni un buenos dias, ni uno de esos besos o esas risas tan dulces... joder, le echa de menos y sólo ha pasado un día. Pero le echa de menos de otra forma. No tanto como forma física, en el sentido de tener la necesidad de besarle.
Es más en un sentido interior. Necesita saber que está ahí, que puede ver las estrellas con él, que si le coge la mano no se la va a soltar.
Le gustaba hablar con él de constelaciones, frutas y Marmora.
Y ahora no está.
Coge aire y lo tira. Al igual que las lágrimas.
Suenan entonces varios toques en la puerta.
A Lance se le pone duro el estómago.

-¿Lance? -esa maldita voz.

-Que... -dice de manera frágil.

-A desayunar. -y no responde. -Lance. -nada. -Son las 9. Estas despierto. Baja. -nada de nada. -Genial. - Allura se esfuma de la puerta.
Lance quiere ver a alguien que le entienda, no que le juzgue.
Y conoce a ese alguien.
Abraza el cojín y hunde su cabeza en él. Desea que vuelva con toda su alma...

Keith despierta con el pelo pegado a la cara.
Se lo recoge tras pegarse otra buena ducha y sale a desayunar.
Es un poco triste el desayuno, pero mejor que morir de hambre es. No es lo mismo que un buen melocotón pero en fin...
Kolivan está con varios papeles en las manos.

-Buenos días Kogane. - Keith sonríe.

-Buenos días.

-Tenemos un recorrido suave para hoy. ¿Quieres eso o entreno libre?

-Eh... el recorrido... - el galra mira al mayor de forma más seria. - De... ¿qué querías hablar? -Kolivan asiente.

-Ven... -le aleja de la multitud y se sienta junto a él. -Es sobre eso de que te han encomendado. -Keith asiente.

- Si... ha sido muy abrupto. Pero han visto necesaria disciplina y... -Kolivan niega.

-No necesitas disciplina. -Keith abre los ojos palidece ligeramente.

-¿Qué?...

-Eres un buen soldado y muy buen guerrero. Es más, podrías formar parte de Marmora. Lo único es que... no te ha encomendado nadie. - Keith frunce el ceño.
Y recuerda la única norma: no preguntar. Que no ha preguntado pero... como si lo hubiese hecho.

-Pero... entonces yo... ¿qué hago aquí?

-A eso voy, Keith. -el hombre le mira de forma más seria. -Nadie te ha pedido venir. Nadie ha dicho nada sobre ti. Pensaba que había sido cosa tuya... -Keith mira el suelo. Niega lentamente.

-No...

-¿Quieres irte? -el galra observa a Kolivan. Y entonces recuerda algo.

-¿Sabéis algo de mi madre? -Kolivan agacha la cabeza.

-No podemos decirte nada sobre ese asunto, Keith. - el galra se pone de pie.

-Quiero verla. En persona. Es lo único que os pediré. Me marcharé y no volveré a pedir nada más que entrenamiento si le veo. -Kolivan observa a Keith detenidamente.

-No vas a verle aquí. Tendrás que ir tú mismo. - Keith asiente.

-Acepto. - el galra extiende su mano.
Y ambos la sacuden ligeramente.

-Iniciaremos todo esta tarde. -Keith asiente.

Lance, en cambio, sigue en su cuarto.
Son las doce y pico del mediodía.
Tiene en sus manos un teléfono.
Marca una serie de números. Suena la señal un par de veces antes de oir cierta voz.

-¿Si? -puede oler la vainilla.

-¿Romelle?

-¡Lance!, ¿qué tal? -el alteano corta la voz dulce de la rubia.

-No muy bien... - susurra. -Podrías... ¿venir? Haremos el paripé. Necesito hablar... - susurra de forma débil. Continúa tumbado, con las mejillas rojas.

Al menos esta vez sabe donde se halla Keith.

Si, alteza. // Klance Galtean! AU  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora