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La mañana es agotadora.

No son ni las doce y Lance está sobre el taburete, con los brazo rectos a los lado y la cabeza recta.
Tiene una sonrisa boba en la cara y los ojos rojos.

-¿Alteza, estáis bien? -murmura unx modista. Lance asiente. Sorbe por la nariz y limpia sus ojos. -¿Queréis que nos retiramos?

-No. -niega sonriendo. -No, sino no llegamos... - murmura.
Traga saliva. Coge aire y lo tira. Se mira de nuevo al espejo.
Tienes las marcas suavemente encendidas.
No le escuecen. Al contrario. Tiene calor en la cara.

Romelle toca la puerta y se asoma.

-¿Se puede? -murmura.

-Pasa, Romelle. -dice el albino. Coge aire y se mira con detalle al espejo. Lleva un traje de satén precioso. Es celeste, dorado pastel, color nieve y azul oscuro.
Es precioso. La tela brilla y luce como oro.
La capa que cae por su espalda es translucida y lleva detalle dorados brillantes. Parece un atardecer lleno de estrellas. Es perfecta.

Romelle no se queda lejos.
La rubia aparece con un vestido rosa palo y azul turquesa pastel.
La rubia lleva el pelo recogido en dos coletas. Sonríe y se acerca al alteano.

-Estás preciosa... -susurra Lance. La rubia sonríe y se acerca a él. El albino baja del taburete y sonríe de forma estúpida.
Es que no puede hacer otra cosa que sonreír.

-Tu estás muy guapo, Lance. -acaricia su mejilla y mira sus ojos. -Estás muy guapo. -el albino sonríe y abraza a la rubia contra su cuerpo.
Lxs modistas recogen lo poco que han sacado.
La rubia sonríe y acaricia con su pulgar su pómulo.
-Estás contento.

-Algo así. -susurra el albino. Romelle sonríe y coloca su frente en el pecho ajeno. -¿Nervioso?...

-Muchísimo... -susurra el moreno. Cierra sus ojos y esconde su nariz en el cabello rubio. -¿Sabéis algo? -murmura. Romelle niega.

-Nada... -Lance cambia su cara. -Hey. Si no dicen nada es que todo está bien. -el jaleo se cuela en el cuarto de Lance. Se escuchan platos, voces, pasos y la cortacesped.
Fuera hay criadxs arreglando las plantas, las mesas, las alfombras y las luces.
Incluso la piscina tiene decoración.

Todo está perfecto.

Reluciente y perfecto.

La espada de Marmora ha aparecido hace ya un rato por la puerta.
Han bajado al sótano y han ayudado a Keith a ponerse en pie.

-Hola novato. - murmura Kolivan. -Ven, vamos a hablar. Pero tranquilamente... no hay prisas... -susurra. Keith asiente con su cabeza.
Aún así tiene mala cara.
Están en el despacho.
Está Corán como testigo de todo. Allura está ocupada arreglándose.
-¿Como estás, Keith? - murmura Kolivan una vez Keith traga el sorbo que le ha dado a su vaso de leche caliente.
Necesita reponer energías. Energías sólidas, que se puedan comer. Bueno... beber.
Keith suspira.

-Bien. Creo que bien...

-¿Recuerdas...? - Keith asiente. Tiene la mirada clavada en la mesa.

-Si. Lo recuerdo... todo... -el galra frunce el ceño. Coge aire y lo tira lentamente.

-Vamos a ir poco a poco. -susurra Kolivan. -¿Te fue fácil entrar?

-Bueno... -carraspea. -Habían bastantes galras. Pero pude con ellos. -murmura. Kolivan asiente.

-Y... ¿como acabastes en esa habitación? - Keith agacha la cabeza.

-Buscaba a Shiro y... lo encontré. Me dijo que fuese con él y... empezamos a pelear... -traga saliva. Cierra sus ojos. -Pero se que ese no era Shiro... -Kolivan niega. -Habían... habían muchos como él... estaban... estaban mal... -coge aire y lo tira de nuevo.

Si, alteza. // Klance Galtean! AU  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora