Carum, 2019
Isla
Desperté a las doce de la noche repentinamente. Me senté asustada, como si algo o alguien me hubiese despertado. Llevé la mano al estómago por el dolor que sentí.
Una idea terrorífica se me vino a la mente y me levanté de un salto. No podía quedarme con la duda así que —con las neuronas durmiendo— corrí a la habitación de Francia y entré sigilosamente para sacar las llaves del coche.
El frío de ese momento me ayudó a reaccionar, y volví a mi habitación en búsqueda de un abrigo. Frené en seco al percatarme de movimiento en el borde del bosque.
Como se habrán dado cuenta, la valentía no era uno de mis fuertes. Y alguien con miedo anda más atento a lo que sucede alrededor. Me acerqué con las piernas temblando, porque no tenía dudas de que algo me iba a encontrar.
Lo único que iluminaba, era la luna llena que se parecía a la de todas las películas de terror: enorme, blanca, y solitaria.
Me quedé quieta, rogando que lo que fuese que haya visto no fuese más que mi imaginación o algún animal nocturno. Antes de girarme, vi a alguien moverse entre dos árboles, justo los que quedaban frente a mi ventana.
Mi respiración agitada era lo único que se escuchaba y una corriente de miedo me dejó paralizada.
¿Gabriel?
Maldito loco.
Y como si él hubiese escuchado mis pensamientos, levantó la vista y se quedó observándome. Su mirada, aun estando él tan lejos de mí, me penetraba de una forma que me tenía sin poder moverme.
¿Cómo sabía que iba a despertar?
Miré mi celular, tenía una llamada perdida de un número desconocido. Asumí que era él.
Lucía demoniaco con su cara perfecta. Era un chico que a la luz del día acaparaba las miradas por su belleza, pero podía ser un demente por las noches.
¿Es posible que tenga más de una personalidad?
Gabriel en la escuela era totalmente lo opuesto a la persona terrorífica que tenía frente a mí. Sus ojos me escudriñaban atentamente, como si estuviese pensando cuál sería la forma más placentera de matarme. Me generaba demasiada curiosidad —además de miedo— saber qué diablos pasaba por su cabeza. Y por qué.
Por qué a mí.
¿Qué quieres de mí, Gabriel?
¿Sabes qué hago aquí?
Puse mi mano en el frío vidrio de la ventana, esperando que él reaccionara. Si quería que yo saliera corriendo, no lo iba a lograr. No le iba a demostrar lo que le producía a mi ser.
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Estaba escrito - [Terminada]
Teen FictionA la madre de Isla Ferrer le han ofrecido un trabajo que no puede rechazar si quiere asegurar el futuro de su hija. Para esto debe viajar durante un año por distintos países. Es así que Isla se une a los planes de cambio de ciudad con la familia de...