45. No me dejes sin ti

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Hamil, 1989

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Hamil, 1989

Vera

El sol aún no amenazaba con aparecer. No había sabido nada de Gerardo desde el día anterior, luego de que Mariana confesó que lo quería y salió huyendo. Cuando llegué a casa, le di demasiadas vueltas al asunto, pensando en que quizás creyó que yo no querría verlo o hablarle más. ¿Fui muy dura con él? Quizás. Sin embargo, en ese momento no supe como reaccionar. Solo salí tras Mariana.

Pasé toda la noche en vela, sintiéndome como una imbécil y dando vueltas en la cama, ansiosa de verlo, de decirle que lo amaba y de la emoción de que solo quedara un día para contarle la verdad a mi familia, y dos días para irnos lejos.

Era extraño que la idea de irme con él, sin nada concreto, no me aterrara. No me caracterizaba por ser una chica muy valiente. Digamos que más bien era cobarde, pero junto a él, era otra persona.

Como no pude dormir, me senté toda la noche a escribir. Mi corazón sentía tanto, que las palabras fluían solas y no fue difícil terminar un cuento que caracterizaba a la perfección nuestra historia de amor. Desde que apareció esa mañana en el bosque, hasta que tomábamos el autobús que nos llevaría al puerto para tomar el barco e iniciar una nueva vida.

Uffff, cada vez que aparecía en mi mente la imagen de nosotros yéndonos a la estación de autobuses, se me removía el estómago de la emoción. Hubiese entregado una parte de mi alma si eso me hubiese permitido quedarme en Carum junto a él, sin embargo, eso no era posible.

Gerardo Fonseca me tenía atrapada, envuelta y atontada. Lo sabía en ese instante y nunca dudé de que eso fuese bueno o malo. Simplemente me dejé llevar como una adolescente conociendo el amor por primera vez.

¿Lo amo?

Con cada parte de mi ser.

¿Quiero una vida junto a él?

¡Por supuesto!

¿Y si eso implica dejar a tu familia atrás?

Estoy dispuesta.

La vida es corta, y los sacrificios son parte de ella.

¿Qué sucedería si no me iba con él? De puro imaginarlo mi corazón se estremeció. No hacerlo, era condenarme a mi misma a una vida de preguntarme si hice lo correcto o no, y quizás... de seguir amándolo por siempre.

Me dio escalofrío. ¿Amar toda la vida a alguien y no estar con él?

No, preferiría morir.

Ya estaba a punto de amanecer, y me vestí cautelosamente para que Mariana no oyese nada, algo me decía que también había pasado la noche en vela. Caminé por la casa descalza hasta llegar a la entrada. La abrí, y el viento frío me envolvió. Miré al cielo y respiré profundamente. Me puse mis zapatos y corrí por el pasto hacia el bosque que me esperaba al frente.

Estaba escrito - [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora