Marinette

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Me encontraba corriendo desesperada por las calles de París. Algo o alguien me estaba persiguiendo incesantemente.

De la nada alguien me tomó por la cintura deteniendo mi escape.

—¿A dónde vas muñequita?— preguntó sarcástico un calvo gordo.

—¡Suelteme por favor!— grité de angustia.

—Oh claro que te soltaremos pero primero nos divertiremos un poco— dijo uno de los que me venían persiguiendo.

Solo cerré los ojos esperando lo peor hasta que oí los quejidos de esos maleantes, abrí mis orbes y los vi tornados en el piso.

—Ya es la cuarta vez que la salvó señorita Pierre— habló esa voz que en mis sueños más hermosos escuchaba.

¿Ridículo? Lo sé, parecía una chiquilla enamorada, me había enamorado de Ladybug, un amor imposible del cual era consciente.

—Gra... Gracias

—No tienes porque agradecerme, es mi deber proteger París y a sus ciudadanos— habló.

—Yo...

—Debo la irme— dijo tratando de alejarse del lugar.

Como pude la tomé de la mano impidiendo cualquier vía de escape.

—Señorita Pierre, debo seguir con mi deber— me dijo con un tono suave que me resultaba familiar

—¡No! No te vayas otra vez— la abracé por la cintura impidiéndole cualquier forma de irse.

—Señorita...

—Tu voz me es familiar.

—No se a que se refiere.

Era ahora nunca. La abracé por los hombros, la tomé de la nuca y la besé, la besé con ganas. Ella me tomó de la cintura y me pegó más a su cuerpo.

El estúpido oxigeno hizo que tuviéramos que separarnos.

Ladybug me miró y sonrió. Esos ojos juraba haberlos visto antes. Tal vez en la escuela.

—Besas igual que en mis sueños— me dijo dejandome sorprendida.

—¿A qué te refieres?

—Veo que eres distraída, señorita Pierre... _____.

Dijo mi nombre, Ladybug había dicho mi nombre.

Más pronto que tarde se quitó la máscara y reveló su verdadero rostro. Marinette, mi compañera de escuela.

—Eres tú...

—_____, siempre me has gustado mucho, pero sé que no querrías estar con una doña nadie.

—¿Bromeas? Le gustó a Lady...

—No lo grites o alguien podría descubrir mi identidad— me puso su dedo entre los labios.

—Lo siento.

—Te perdono con la condición de que seas mi...

—¡Si! Si quiero— no la dejé terminar, pues ya sabía lo que me quería decir.

Nos dimos otro apasionado beso antes de ponerse la máscara nuevamente y irse a seguir patrullando París.

Chicas Anime × Tu (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora