11. "¿Cuanto podrás aguantar hasta que explotes?"

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–Alan, cálmate.– Susurro a su lado mientras intento halarlo para tras.

–Suéltame.– Es lo único que lo escucho decir. En ese momento Indiangel notó su actitud y decidió intervenir. Me hecha a un lado y lo toma por los hombros.

–Oye, Alan este no eres tú. No pierdas el control.– Sus intentos fueron en vano, ya que su enojo era principalmente dirigido hacia este mismo.

–Tu cállate, mal parido mentiroso. ¿Cómo te atreves a decir que este no soy yo? Soy la mera mitad de lo que tú eres.– Al decir eso, este lo empuja contra la pared, pero cuando estaba apunto de lanzar el puño al rostro de Indiangel, yo fui lo suficientemente rápida como para detener el golpe y sostener su puño con mi mano. Al hacer esto, usé mi táctica de distracción hipnótica, con mis ojos cambiantes. Sentí como comenzaban a cambiar de mi azul brillante, a un tono Ámbar verdoso, al instante este se calmó.

–Basta ya.–Digo firmemente.

–¿Y tú qué eres? ¿Cómo pudiste lograr hacer eso? Nadie ha logrado calmar la ira que él siente.– Escucho a Indiangel hablar a mi espalda.

–Eso no te incumbe, demonio.– Mis ojos aún no han cambiado desde la hipnotización, aprovechándome de este momento me arriesgo a voltearme y mirarlo directamente a los ojos.

–Tu y yó, no volveremos a asociar, ni en clases. No me busques, no me hables, y no intentes perseguirme para averiguar qué soy.– El solamente me mira asombrado e impactado por la hipnotización.

–Y tú,– me volteo para mirar a Alan nuevamente –hablaremos luego, no te libras de esta.– Comienzo mi trayectoria para irme de la fiesta, pero siento a alguien tomarme por la muñeca y halarme hacia ellos.

—Oye, suélta-, ¿Jeremías...?— es lo único que logra salir de mi boca.

Este día no podía ser peor...

–Noté el escándalo desde abajo, ¿quieres que te lleve a tu apartamento?– el pregunta, un tono nervioso claro en su voz. Yo solamente asiento.

–Ven, vayámonos.– Él me toma de la mano y me guía por los pasillos llenos de gente ebria y sudada debido a tan poco espacio. En intentos de no chocar con nadie, casi termino besándome con un desconocido por la gran cercanía de dicha razón.

✖✖Unos Minutos Después✖✖

Al fin, salimos de allí.

–¿Estás bien?– me pregunta Jeremías notando la expresión de espaciada que traigo.

–Solo un poco confundida. No hablemos de ello, ¿si?– le suplico casi inaudible, él solamente asiente.

–Bueno, vayamos, ya se hace bastante tarde.– Nos dirigimos a su carro, mientras tomamos asiento, éste mismo enciende el auto.

–Qué te hizo ir a la fiesta?– Vaya, directo al grano.

–Solo quería divertirme un rato.– Me encogí de hombros mirando hacia fuera.

–No sabia que te gustaban las fiestas, por lo que recordaba antes eras más de quedarte en tu apartamento.– El dice mientras conduce, aclaro que en ningún momento despegó su vista de la carretera.

–Es cierto, pero todos cambiamos. Tú tampoco eras de mucho salir, eso hasta que, bueno; ya sabes...– murmuré, esta vez sí lo miro.

–Tenia un presentimiento de que ocurriría algo de lo cual requería mi presencia, y vaya, ¿qué tal? Así mismo fue.– Toma una ruta diferente a la cual estoy acostumbrada a ver.

–¿A donde vamos?– enderezo mi postura.

–Necesito gasolina para el auto.– Se encoge de hombros.

–Te veías hermosa hoy...– Añade y me mira por un pequeño segundo.

–Gracias, créditos a Evelina. Ella fue la que proveyó el vestido.– Respondo restándole importancia. Realmente no era algo que me pareciese tan grande.

–Bueno, ella siempre tuvo buen gusto respecto a vestimenta.– El se encoge de hombros y detiene el carro.

–No he dicho lo contrario, solo que no es algo que realmente me importa. Creo que los dos estamos bastante conscientes de esto.– Lo mire a los ojos, este solamente suspira. Colocando una mano en mi mejilla izquierda, se acerca a mi rostro de manera tranquila.

Joder, aquí está de nuevo.

La sensación de la cual estaba supuesta a no volver, regresó y está más candente que nunca.

–¿Qué haces...?– le pregunto alejándome de él un poco, aunque no sirvió de nada. El
coche es bastante reducido en cuanto a espacio personal.

–Solo quería saber algo.– él se encoge de hombros y endereza su postura. 

–¿Y eso sería?– mi tono de voz habló por sí mismo. Frío y cortante.

–Cuanto más...– es lo único que dicho imbécil susurra.

–¿Cuanto más qué?– alcé mi voz, pero solo un poco.

–¿Cuanto más podrás aguantar hasta que explotes?– a la vez que me responde, se voltea para mirarme.

–¿De qué hablas?– fruncí mi ceño mientras lo miraba fijamente a los ojos. Esos ojos violetas y rojos, esos que algunas veces aún me encuentro perdiéndome en ellos.

Son hipnóticos... espera. ¡Está intentando hipnotizarme!

Al caer en cuenta de lo que intentaba hacer, reaccioné de la peor manera posible. Un sonido bastante alto del cual podía ser tomado de mala manera, resonó en su carro.

–¡Mal parido! ¡¿Cómo te atreves a tratar de hacerme eso?!– le grité, reclamándole por dicha acción.

–¡Ey! Sabes bien que la hipnotización solamente funciona si el deseo ya se encontraba ahí, y por lo visto el tuyo llevaba ahí por largo tiempo.– Noté la sonrisa que tenía en su rostro, juguetona y sarcástica.

Pero tenía razón...

¡Hola! Tanto tiempo
Jejeje, disculpas. Mi vida ha estado un
poco revolcada y sin sentido. Sin embargo aún sigo aquí y vengo con mucho más. Solo estén pendientes y prometo que no estarán decepcionados, después de todo ya todo está saliendo a la luz. Aún faltan secretos por descubrir y amores por confesar. Destinos por ser tomados, y decisiones que deberán ser escogidas. Bueno, no digo más.
Hasta luego.

Atte.
-Anne.

𝘊𝘢𝘯𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora