12: "Mejor follame."

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Lo recuerdo todo, como si fuese una puta película que he visto mil veces. Recuerdo aquel olor intenso de su perfume. La manera en la cual me tocaba la espalda y el brazo derecho,  mientras mirábamos el techo; concentrándonos en la lírica de la canción que tenía puesta en su móvil. Fue algo tan jodidamente perfecto, y todo porque era con él. Joder. De todas las personas que habían a mi alrededor y que me querían, tenía que ser él. No entendía nada. Aún no lo entiendo. Quizás necesito dejar de sobre analizar tanto las cosas. Pero es que no me explico, ¿cómo carajos es él?

–Piensas mucho, Collins.– Escucho una voz masculina hablar a mis espaldas.

–¿Qué quieres Coltrane?– Le pregunté con irritación.

–Quería hablar sobre lo que sucedió hace unas noches atrás.– Él toma asiento frente a mi.

–¿Y eso sería qué exactamente?– Me volteo para no tener que mirarlo.

–Casi nos besamos, y no fue la hipnotización. Y tú lo sabes.– Sentí un escalofrío recorrer por mi espalda al escuchar la última frase.

'Nuestra frase...' Digo en mi mente.

–No sé de qué hablas.– me encogí de hombros y tome mi mochila para irme, pero este mismo me detiene.

–Sabes perfectamente de lo que te hablo. ¿O es que te has olvidado?– Él sonríe malévolamente.

–Que te follen, Coltrane.– Me volteo y comienzo a irme.

–Mejor follame.– Lo escuché decirme.

–No gracias, no me lío con cobardes que habla mucho y hacen muy poco, como vos.– Le sonreí y luego me fui por completo del salón.

–¿Y vos, eh? ¿Acaso tu haces algo de lo que deseas?– Lo ignoro y continúo caminando por el pasillo vacío del colegio.

–¿Ahora quieres hacer silencio? Después hablas de que yo soy el cobarde, pero mírate. Tanto poder y aún no haces nada. ¡Estás así porque quieres!– Él me grita y yo no aguanto más, di un 180° y lo reventé contra los casilleros.

–¿¡Esto era lo que querías!? ¿¡Eh!? ¡Decime ahora! Eres un puto estorbo, solo arruinas mi vida y la haces más mierda de lo que ya es, no tienes ni idea de lo que he tenido que hacer para llegar hasta aquí. No puedo hacer nada sobre la gente que decide matarse, porque si lo hago termino pagando el puto precio. ¿Pero qué sabes tú? Si a ti todo te lo han dado en bandeja de oro, con servilletas de plata, maldito gilipollas.– Él se ríe y yo solamente aplico mas presión en su cuello.

–Sos tan jodidamente hermosa cuando estáis enfadada.–

De un momento a otro soy yo la que termina pillada contra los casilleros. Mi respiración está descontrolada y él aprovechó ese momento para pegarse más. Nuestras narices rozaban y podía sentir su respiración contra mis labios.

–El maldito infierno que he pasado por cuidarte a ti, no lo sabes ni tú. Mejor cállate ante situaciones de las cuales desconocéis, porque la cosa está candente y puedes salir quemándote.–

–Vete a la puta mierda, hijo de pu...– Antes de que pudiese terminar lo que iba a decir, él me besó.

En ese momento todo se detuvo, solo pude concentrarme en el hecho de que sus labios estaban encima de los míos. Raramente, le correspondí el beso. Una cosa llevó a la otra y nos encontrábamos en un salón que ya no usaban.

Él tenía razón, la hipnotización es solo un pequeño empuje a lo que verdaderamente sientes, y yó; aún sentía algo por él...

𝘊𝘢𝘯𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora