10.Un Elegante Traidor

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"Mors in me manet,
Dum suum adventum expectare iussisset
Sed non est super ingratos et conservat, Qui cupit sine reaching."
Gustavo Mancini, El Barón de la Muerte

El engaño del Barón de la Muerte ha sido un éxito...

Valerio está fuera de peligro, irá a Colombia, ahora debes decirle a Yeraldin que lo mataste y esperar que no se entere de que no fue así.

Vas por tenebrosa hasta la sede de los Fallen Guardians, es hermosa esa ciudad, parece un paraíso al lado de lo que has tenido que vivir y te da algo de asco que cosas como las del día en que le perdonaste la vida a tu amigo acaben esa tranquilidad.

Llegas al casino, dices la contraseña, te llevan a un cuarto para ver a Yeraldin, es difícil ignorar que ha estado bebiendo, pero no te importa.

-Hola Yeraldin.

-El Barón ha llegado, y muy puntual como siempre, ven, déjame darte algo por agradecimiento.

Te acercas para recibir tu dinero y un beso que no disfrutas para nada.

-Valerio esta muerto, Yeraldin, como te lo prometí- si, claro, ninguna estúpida se lleva a Valerio.

-Fue rápido y eficiente, así me gusta, ven, siéntate, cuéntame como lo mataste.

-Bueno, fue difícil, ya sabes, es Valerio Andersen, así que tuve que llevarme una cantidad exagerada de armas para matar a solo una persona.

-No importa la bala, importa la herida, Gustavo.

-Llegué a su casa y aprovechando que me consideraba su amigo, me bajé del auto con tranquilidad.

-No creo que se haya dejado engañar ¿o si?- Yeraldin me mira con sus ojos de rubí, pero ahora su mirada arde como el infierno, no le dicen la Dama del Erebo en vano.

-Todo fue culpa de ese chico que enviaste, si, el nuevo, cargó su arma tan evidentemente que Valerio nos pudo ver.

-Es un problema que alguien como él haya tenido tiempo de verlos, pero ahí entra el Barón de la Muerte, por algo te decimos así.

-Si, lo perseguimos dentro y fuera de la casa, en el auto y por las calles hasta una casa, choqué su auto, así que tuvo que detenerse ahí, dentro de la casa ya no tenía oportunidad.

-Ese es el Gustavo Mancini que conozco, jugando como un gato con su presa, llevándola a un agujero sin salida, Osvaldo debe estar orgulloso de participar en algo así.

-Hablando de él- acercas una bolsa de cadaveres a ella, cuando la abres, está aún el cuerpo de Osvaldo, ella no se horroriza, pero no puede evitar llorar un poco, era uno de los miembros más antiguos de la organización, una fría bolsa negra no es lugar para él.

-¡Maldito Valerio! Ojalá tu pena sea tan grande como para no volverte a ver nunca más.

-Si, es una tragedia, Yeraldin- ves como duele que maten a alguien que te importa, ¿Te crees la única persona fría e insensible del mundo? Valerio vale más para mi que un chofer cincuentón.

-¿Tienes algo que hacer el miércoles?

-Déjame pensar... No, ¿Planeas una fiesta o algo así?

-¡Ya te he dicho que no juegues con mi paciencia!-se acerca a mi y sus ojos arden aun más, su furia es algo de temer, pero se puede jugar un poco con ella - ¿¡Es que acaso la muerte de Osvaldo es algo de celebrar!?

-Me refería a la muerte de Valerio.

-Escucha, el trago hizo que me doliera la cabeza, te lo voy a decir una vez y quiero que te apartes de mi vista, estas cordialmente invitado al funeral de Osvaldo, es más, pienso, y lo que pienso se cumple, que serás el invitado de honor y tendrás que dedicarle unas palabras.

Amores, Cartas y Pistolas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora