"Si viviera en los tiempos de Dante, de seguro que la gente me condenaría al doceavo canto de su comedia".
Yeraldin, la dama del EreboYa han pasado los cinco días desde que la dama pidió la muerte de Valerio, el gran Gustavo Mancini está indeciso todavía, para él es evidente que su víctima no es la única que va a morir, siempre es probable que algún inocente o policía termine siendo un colateral, pero su mayor dilema es exactamente el objetivo principal, especialmente porque ha trabajado con él, lo que lo deja algo vulnerable porque ya conoce su modus operandi.
En su cabeza resuenan los momentos que pasó con él, las apuestas, las tardes en las cantinas y los sábados de fiesta y de casino, los robos, las aventuras y hasta las peleas por las mujeres de su organización, sale de su casa a recibir el sol para no caer en la locura por su cargo de conciencia que ya lo afecta a pesar de que le quedan cinco horas más para matar a Valerio.
Hace una llamada a su chofer...
-Hola, habla Gustavo Mancini.
-¿Gustavo? ¿Estás libre?
-Eso para nadie es un secreto Osvaldo.
-Discúlpame, no veo noticias ni las leo.
-No importa, escucha, tengo un contrato que debo realizar esta noche.
-Es enserio, vaya, si que te gusta vivir escapando, así que "sábado en la noche ", me siento como en una película de mafia.
-Osvaldo, esto no es una película, mucho menos si sabes quien es la víctima.
-¿Alguna figura política? No, no, no, ¿Acaso es ese cantante que tanto odio?
-No, a él nunca lo mataría, no es su culpa que tu lo odies, me refiero a Valerio Andersen.
-¡¿Qué?! ¡¿Valerio?! No sabía que ahora nos matabamos entre nosotros.
-No, él ya no hace parte de un "nosotros".
-wow, que frialdad Gustavo, por algo te dicen el Barón de la Muerte.
-Ni tanta frialdad, Osvaldo, es uno de mis mejores amigos.
-¿Entonces por qué demonios aceptaste?
-Es que tu no sabes quien me ordenó matarlo
-¿Amadeo, tu jefe?
-No
-¿Arturo?
-Peor, Yeraldin.
-Uy no, ahí si que no tenías salvación.
-Basta de preguntas, solo una más, ¿Vas a conducir el auto para ir a matarlo?
-Supongo que si, soy tu única opción.
-No juegues con mi paciencia.
-Ay pues perdón, ¿A qué horas dices?
-Las nueve estaría bien.
ESTÁS LEYENDO
Amores, Cartas y Pistolas
AksiEl amor, la justicia, Satanás, y muchos otros estigmas viven entre nosotros, y les creemos ciegamente... Sé testigo de la locura de Tenebrosa, un país víctima de estos dogmas que dominan la vida de sus habitantes. Acompaña a Valerio, Gustavo y otros...