Narra David
Estaba agotado, mis ojos se cerraban, me sentia...¿feliz? No lo sé, pero era una sensación cálida y reconfortante. Levanté un poco la cabeza para ver a Jeff, estaba acostado, con los brazos extendidos y su cara estaba sudada. Su pecho, cuello y brazos brillaban de sudor por él reflejo de la luz de la caída del Sol.
Me volví a acostar, estaba realmente cansado, me divertí y me sentía feliz, emocionado... Raro.
Noté que el Sol se estaba poniendo, algunas estrellas empezaban a notarse... Y recordé que no había Luna... Rayos.
Me levanté exasperado y angustiado. Jeff sólo se incorporó con una notable duda en su mirada.
-Debemos irnos- dije serio tomando mi ropa.
-No hemos comido...-
-Te haré de comer al llegar, o pediré para que lleven a la casa-
Jeff se quedó analizándome. Notó que era en serio. Se empezó a cambiar, en ese momento mis piernas flaquearon, y caí de rodillas al suelo. Jeff se apresuró a recogerme.
-¿Estas bien?- preguntó con tono de angustia.
-S..si, sólo me duele el cuerpo-
Él solo sonrió triunfante.
-Se te pasará, comeremos y dormirás- dijo y me levantó, a puras penas terminé de colocarme la ropa, mis piernas aun estaban sin fuerzas, un dolor agudo en mi cadera me hacia hacer muecas, bueno que después de todo lo que habíamos hecho eran definitiva que mi cuerpo iba a estar atormentado y a dolorido.
La noche empezaba caer todo se estaba tornando oscuro.
Jeff me levantó en su brazos y con su voz ronca y más sensual que de costumbre me dijo.
~Sube mi espalda voy a llevarte cargado~ una sonrisa se notó y asi me subió a su espalda, mis piernas rodearon su cadera. Esto era cómodo. Me recosté en su hombro. Me sentía cansado. Pero de repente empecé a sudar, pero, no la misma sudoración de siempre... estaba sudando frío y mi cuerpo empezaba a temblar, y Jeff se dio cuenta.
~¿Qué tienes?~ Dijo algo preocupado mientras mantenia su paso, aún caminaba ahora parecía más apurado, queriendo llegar rápido a casa.
-Nada- contesté apuras penas.
La luna no sé veía y eso me preocupaba todo lo que pedía era que Jeff no se diera cuenta.
A los lejos divisé mi casa. Todo estaba apagado, solo se veían las farolas encendidas de la calle, alguno que otro carro cruzada, no había gente, y el bosque se veía oscuro... El Sol había caído más rápido de lo que yo esperaba; pero era agradable estar con Jeff. Aunque a veces en algunos saltos que el daba, sentía aquel dolor agudo en mi espalda baja y cuando Jeff me oía quejarme se le hacia gracioso. Le daba gracia el haberme dejado casi inválido.
Para que nadie nos viera Jeff volvió a subir hasta la ventana. Sentí la gloria cuando habíamos llegado, me bajé de la espalda de Jeff y luego tambaleándome, me tumbé en la cama, mi cuerpo temblaba, sumado a eso no paraba de sudar. Aunque mi temperatura corporal, podía sentirla,estaba alta, no paraba de sudar frío. Necesitaba que Jeff se fuera de allí.
-Maldita sea, esto es una maldita maldición de mierda...malditos todos. ¿Por qué yo?¿Por qué no otro? Pero ¡Joder! La puta vida había decidido condenarme con esto- Decía yo pensando con rabia.
Jeff, había ido por un vaso de agua, cuando regresó colocó él vaso sobre el escritorio, cerró la ventana, pero se detuvo de repente y suspiró fuerte. Tomó una enorme bocanada de aire... Diablos. Lo había notado.
-Mocoso... ¿Ese eres tú?- dijo con una voz como de embobado. Se acercó a mi, a paso tortuosamente lento y sintiendo el fuerte olor emitido por mi cuerpo. Se acercó a gatas hasta mi, se acercó a mi cuello, sentía su respiración muy cerca y eso me erizaba la piel.
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