Capítulo 12 - El Libro Pirata

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Aunque esta historia ocurrió hace ya muchos años, no he olvidado el ruido que de pronto sacudió la casa de tío Tito. Fue algo tan extraño como si un caballo relinchara en la sala.
Los cuartos en los que sólo se oía el paso de las páginas o los suaves pasos de los gatos, se vieron alterados por un sonido que nadie podía esperar. Para sorpresa de todos los que teníamos oídos, ¡sonó el teléfono!
El tío contestó, y corrí para saber qué decía. Así fue como lo oí decir:

ㅡ¿Carmen? ¡¿Aquí?! ¿Por que?

Cuando llegué a la mesita del teléfono, él ya había colgado. Miraba la alfombra, muy pensativo.
Al sentir mi presencia, alzó la vista y dijo:

ㅡTu hermana va a pasar unos días con nosotros.

Se veía preocupado. Ya no tenía la cara amenazante de la noche anterior.
Se acercó a mí y trató de acariciarme el pelo. De nuevo sentí ese movimiento de quién trata de secar un plato. Volvía a ser el tío Tito de siempre, un poco raro, pero a fin de cuentas agradable.

ㅡTe quiero pedir una disculpa, sobrino ㅡdijo de pronto.

ㅡ¿Por qué?

ㅡInsulté a tu novia.

ㅡ¡Catalina no es mi novia! ㅡexclamé con fuerza, aunque, la verdad sea dicha, sentí un raro orgullo de que el tío pensará eso de nosotros.

ㅡ¡Lo que sea! ㅡdijo élㅡ. Perdón, no sé qué me sucede. A últimas fechas me irrito más de la cuenta. Tal vez estoy tomando demasiado té de pipa.

ㅡ¿Qué decías de mi hermana?

ㅡ¡Ah, sí! Pasaba las vacaciones en casa de una amiga. Se llama Leila Bermúdez.

ㅡYa sé. ¿Y qué pasó?

ㅡA su padre le ofrecieron un trabajo en Estados Unidos. Se van a mudar dentro de unos días. Carmen pasará el resto de las vacaciones aquí. ¿Le gustan los peluches?

ㅡSí.

ㅡ¿Y tienes muchos?

ㅡMuchísimos.

ㅡ¿Y los va a traer? ㅡel tío hacía preguntas francamente extrañas.

ㅡTal vez traiga a Juanito.

ㅡ¿Tiene un muñeco que se llama como tú?

ㅡSí. Le puso así para que yo la invitará al Club de la Sombra.

ㅡ¿Qué es eso? ㅡel tío estaba muy interesado.

ㅡInventé que en las noches iba a un club donde sucedían aventuras. Se lo conté a Carmen para darle envidia y ella me creyó todo. Siempre me cree.

ㅡEs curioso, muy curioso ㅡel tío se rascó la barbilla.

ㅡNo entiendo.

ㅡHace unos días entraste al cuarto de los libros para ciegos. Ellos te ayudaron a salir, formaron escalones y se pusieron a tus pies. Ya te dije que algunos de los mejores lectores han sido ciegos. Mi padre dejó de ver desde muy joven. También tu tatarabuelo fue ciego. Él fundó esta biblioteca. Tienes una asociación muy peculiar con los libros de sombra.

Tito hizo una pausa. Se repasó la barbilla con los dedos. No se había afeitado y se oyó un ruido rasposo. Se apretó la barbilla, como si quisiera que de ahí le salieran las ideas. Finalmente dijo:

ㅡAnoche pasó algo muy extraño.

¿Me habría descubierto? ¿Sabía que llevé el libro maligno al cuarto de los libros de sombra? Quise cambiar de tema y pregunté:

El libró salvaje de Juan VilloroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora