Las noches siempre eran las mejores para tener citas, tener sexo, salir y también para engañar a ángeles ingenuos. Mi poder de ilusión, la obscuridad y un poco de actuación de mi parte haría que el castaño no se resistiera a salvarme o darme asilo. Sabía cómo atraparlo perfectamente.
Me situé frente al lago, cerré los ojos y me imaginé lastimado brutalmente, abrí los ojos y allí estaba, más terrorífico que antes. Heridas en los costados con mucha sangre cayendo, las piernas raspadas, un hueso asomándose por mis costillas, la cara golpeada con moretones rojos, morados y muy obscuros, los labios rotos ensangrentados, mis alas desplumadas por las puntas, algunas de ellas quemadas. Me daba asco y lástima aún sabiendo que era falso, já, el chico no me dejará vagar así.
Esperé hasta la media noche, cuando el designado estuviera dormido, así acapararía toda la atención de Joe. Caminé normalmente y justo al llegar a la granja comencé a arrastrar un pie, fingiendo caerme a cada paso, agarrándome las costillas para simular retener la sangre.
Y sí, sé que se preguntan si los ángeles podemos estar heridos o moribundos, la respuesta es sí. Somos seres inmortales en el cielo pero al bajar a la tierra somos igual de mortales que los humanos, claro, únicamente si tomamos nuestra forma física y somos visibles ante los ojos del mundo. Lo único que nos diferencia es que tenemos más fuerza y agilidad, además de que nuestras heridas se curan rápido, sí, como si fuera un milagro. Aunque por el aspecto que me creé haría que mi curación tarde tres días o quizá una semana, ya saben, para ganarme al chico.
Inicié la segunda fase de mi plan, lancé gritos adoloridos, quejidos a cada paso que daba, caía cada cierta distancia y tras varios minutos de mi perfecta actuación salió el chico. Al principio me miraba confundido, temeroso de acercarse por lo que tuve que aumentar mi dramatismo y seguir lanzando quejidos cada uno más fuerte que el otro.
-¿Estás bien?
-No, ayúdame...por favor- dije inaudiblemente.
-¿Qué te pasó?- dijo después de que corrió a socorrerme. Estaba asustado. Já blanco fácil.
-Humanos.
-No entiendo.
-Mi designado estaba en peligro, tenía que salvarlo y al tomar mi forma física, los que estaba allí se asustaron- arrugué la frente de dolor- me dañaron todo...mi designado murió- logré que unas lágrimas salieran.
-Oh Dios mío, ¡TENEMOS QUE IR CON LOS ARCÁNGELES!
-No, me castigaran por tomar mi forma física.
-Pero lo hiciste para salvar a tu humano- dijo cálidamente. Soy todo un Casanova.
-Sí pero le fallé, no quiero ir, por favor- tenía que hacerme la víctima- ayúdame, por favor- sollocé.
-Bien,ven aquí- pasó mi brazo sobre sus hombros y me agarró por la cintura, guiándome dentro de la casa.
-Gracias.
Bueno, enfocándonos en lo sucedido logré que me metiera al menos en un establo vacío, me recostó sobre unas pacas de paja y en su cara se veía miedo, compasión y brillo. Dar todo por nuestro designado era algo que les atraía a algunos los ángeles, al parecer Joseph era uno de ellos. He de decir que soy buen actor...obviamente, cuando termine con este tonto iré a una audición. Seré una estrella.
-Iré por algunas cosas del botiquín sino quedarás más débil y...
-Moriré- reí amargamente.
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El demonio con forma de ángel
Hayran Kurgu-¿Tengo que hacerlo? -Es el precio que tienes que pagar- dejó ver su sonrisa diabólica. -Los ángeles no podemos amar, es prohibido. -Ya no eres más un ángel y si pueden amar, que sea prohibido es otra cosa totalmente diferente, Benjamín- siseó. ...