-Enrique, espera, tenemos que hablar –dijo Clarise intentando detener los besos que su jefe le daba en su cuello, antes de que aquello se convirtiera en algo imposible detener tenia que hacer una confesión. El aludido hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para cumplir con su petición y alejarse.
-¿Qué sucede? –pregunto con esfuerzo, no era una confesión sencilla de hacer teniendo en cuenta su situación.
-Antes de cualquier cosa debo confesarte algo –el empresario respiro profundo y soltó el aire con lentitud dejando atrás los pensamientos que rondaban por su cabeza y por su cuerpo, ansiaba seducirla, pero no podía hacerlo si ella no lo disfrutaba.
-Dime, siéntete con la confianza de decir lo que necesites –Clarise romo aire, había llegado el momento.
-Nunca he estado con un hombre –confesó y no se perdió detalle alguno de su rostro esperando algun tipo de reacción, pero la confusión era evidente en él por lo que no el quedo más opción que ser más directa– Enrique, soy virgen –el cuerpo del caballero se tengo y sus manos se alejaron de su cuerpo como si fuese el tacto lo estuviese quemando, eso fue peor a que le hubiese dado un fuerte golpe y no lo soporto así que se puso en pie y tomo asiento al otro lado del sofá, tan alejado de él como si le fuese posible.
-No, espera Clarise, perdóname es solo que me tomaste por sorpresa, no esperaba una confesión así –intento acercarse, pero ella se alejo tanto como pudo, para ella no fue sencillo confesar que a su edad seguía siendo virgen porque a su supuesto prometido nunca le intereso tocarla, no conocía lo que era la pasión, no sabia lo que era un orgasmo ni mucho menos lo que era sentirse excitada– no, no huyas, es solo que no entiendo como tu siendo una mujer tan hermosa y que cualquier hombre quisiera tener en su cama aun eres virgen –la aludida suspiro e intento tomar la bata para cubrirse, pero él fue más rápido y se lo impidió tomándola de la muñeca.
-Ya te lo dije, me volví su novia hace mucho tiempo y a Sebastien nunca le intereso tenerme como mujer, lo único que quería era mostrarme como un trofeo ante sus amigos, socios y la prensa, bien lo dijiste, una mujer hermosa e hija de los que fueron en su momento los dueños de una de las empresas más rentables y que puedes llamarla tuya te deja muy bien ante todos –una vez mas intento soltarse, pero él se negó jalándola con delicadeza hasta que ella se vio obligada a acercarse.
-Pues tu novio es un completo imbécil, aquel que navegue entre tus curvas y tu belleza es el hombre mas afortunado sobre la faz de la tierra –al tenerla a su lado la tomo de la cadera y la volvió a sentar sobre sus piernas.
-¿Y tu crees ser ese hombre? –él negó.
-No, pero espero llegar a serlo algun día –tomo su rostro entre sus manos y con mucha delicadeza la beso, penetro su boca y la recorrió como si se tratase del mal delicioso manjar, Clarise se sintió en el cielo, Enrique la hacia sentir especial entre sus brazos, como si fuese la única mujer en su mundo y eso era mas de lo que esperaba del hombre al que se entregaría por primera vez, allí no eran Jefe y Empleada, no habían deudas ni nada, solo eran ellos dos demostrando lo que sus corazones sentían.
Enrique metió las manos bajo su blusa y acaricio su espalda con delicadeza, no tenia brasier por lo que sus dedos podían recorrer cada centímetro de su piel sin impedimento alguno, pero cuando estaba a apenas un pequeño movimiento para llegar a sus senos se detuvo y fue bajando la intensidad del beso, al separarse ella lo miro con miedo, ¿había hecho algo mal?
-Pienso ganarme el honor de que compartas conmigo algo tan especial y único, ese momento lo vas a recordar toda la vida y quiero que cuando lo hagas no hayan arrepentimientos sino que lo recuerdes con cariño –el corazón de la joven empezó a latir con fuerza y en un impulso se acerco y lo beso con fuerza, él no tarde en responder a su beso, pero pronto Enrique la tomo en brazos y la llevo cargada a su habitación– no pienso hacerte el amor, por lo menos no esta noche, pero eso no nos impide dormir juntos, ese pequeño placer no me lo pienso perder por nada del mundo –ingreso en la habitación y la dejo sobre la cama, cerro la puerta y se recostó a su lado.
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Entregándome al amor -CAPÍTULOS DE MUESTRA
RomanceTrilogía los tres mosqueteros parte 3 A veces el amor empieza donde menos de lo imaginas, puede que sea en un arrogante y grosero millonario que quiere tener el mundo entero a sus pies o en una dulce y sencilla joven que quiere salvar a sus padres d...