Capitulo 5 (parte 2)

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Enrique se acercó tanto que Clarise podía sentir el cosquilleo que le provocaba su respiración sobre sus labios, el corazón de la joven latía tan fuerte que más parecía un zumbido y su pecho subía y bajaba a una velocidad que dejaba en evidencia los nervios que amenazaban con enloquecerla, pero entonces recordó que todo aquello no estaba bien, ella, aunque no le gustase la idea ni poquito, estaba comprometida y seguro que su jefe no tenía intenciones verdaderamente serias con ella por lo que en un reflejo giro su rostro impidiéndole tener a su alcance su boca, él tomó un mechón de su cabello y lo colocó detrás de su oreja, sus dedos rozaron su piel causando estragos en el cuerpo de ambos.

-Tranquila, respira –susurró para luego alejarse con su ya usual sonrisa, a ella le tomó mucho más trabajo y esfuerzo volver a la normalidad, su corazón seguía latiendo como si hubiese corrido una maratón, temblaba de pies a cabeza y la piel que él acaba de tocar aún estaba sensible y el cosquilleo no desaparecía.

-Le ruego que no se acerque más de lo debido, no debemos olvidar que nuestra relación es de jefe y empleada –dijo con seriedad tomando una actitud distante y seria, de haber podido se habría ido a alguna otra silla, pero sus piernas temblaban y temían no poder mantenerse en pie.

-No tienes de qué preocuparte, Clarise, mantendré mi lugar y en caso tal nunca haría algo sin tu consentimiento y total aprobación. Tu... prometido es un idiota con suerte –al decir eso la aludida lo miró como esperando que se hubiese equivocado o que sus palabras no fueran más que una broma, pero en cuanto sus ojos se conectaron vio pura sinceridad en aquellas hermosas profundidades claras, la dejo sin palabras. Él sacó un libro de Dios sabe dónde y se centró en su lectura dándole la oportunidad de tener un momento consigo mismo para pensar y reflexionar en lo que acaba de suceder, sin embargo, no podía dejar de ver como su ceño se fruncía y volvía a la normalidad a medida que pasaba los renglones y las páginas además de las pequeñas sonrisas y gestos que le regalaba sin intención, cada día era más guapo e inteligente, cualquier mujer lucharía por un hombre como ese, cualquiera, incluyéndose, un príncipe azul no le llegaba ni a los talones ante tanta perfección; en momentos así se preguntaba porque la vida a veces podía ser tan injusta, porque justo ella tuvo que terminar con un hombre como Sebastien.

Suspiro y termino de disfrutar, el viaje no era largo así que por suerte no tardaron mucho en aterrizar en París, para Clarise fue increíble ver como la Torre Eiffel se levantaba por entre el lugar, era hermoso, pero si tenía la opción de elegir preferiría conocer otros lugares como algún país de Asia o incluso de África, amaba la gran cantidad de culturas que se pueden encontrar en esos lugares por la gran diversidad de comunidades y etnias.

Al aterrizar, después de pasar todos los filtros de seguridad y recoger el equipaje fueron hasta el estacionamiento.

-¿Guardas tu auto en un aeropuerto? –preguntó con diversión al llegar hasta un elegante audi color blanco que nada tenía que ver con la gran camioneta que usaba en casa, pero que tenía todo el poder y presencia para equiparlo, a ese hombre le gustaban los autos de verdad. Él rio.

-Por supuesto que no, le pedí al chofer que lo dejara acá para poder transportarnos, manejo siempre que puedo, pocas veces uso un conductor, normalmente solo cuando es estrictamente necesario –dejaron las maletas en el baúl y ambos se ubicaron en sus respectivos lugares. Era interesante que a pesar del dinero y la posición él prefiera hacer las cosas por sí solo.

-¿Cuantos tienes? –Enrique se encogió de hombros.

-Acá en Francia solo este, no necesito más para las temporadas que paso acá. Y en Londres tengo dos más.

-¿Te gustan mucho los autos? –preguntó no solo en un intento por conocerlo un poco más sino también porque ese hombre le causaba mucha curiosidad, y cierta parte en ella ansiaba conocer todos sus secretos.

Entregándome al amor -CAPÍTULOS DE MUESTRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora