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Jungkook buscaba desesperado a su marido entre lugar y lugar, aún consciente de que no sabía a dónde iba y de que podía perderse.

No le importaba, él quería a Jimin a su lado y pedirle perdón de rodillas por la estupidez que cometió.

Jamás cambiaría a alguien tan resplandeciente como Park Jimin por alguien tan hueca y boba como Lalisa.

Había roto el voto de confianza que el dulce peliazul le había dado y juraría que azotaría su cabeza contra un muro en cualquier momento.

¿En dónde metió su cabeza? Verdaderamente no lo sabía.

Dió tantas vueltas como gritos bañados en desesperación al no encontrar al peliazul que se robaba su mirada.

Quería vivir, eso era obvio, pero de igual manera quería estar con alguien llamado Park Jimin: un chico dulce de mirada suave y de voz encantadora. Lleno de cosas tan simples que resaltaban su belleza tan única y natural.

Definitivamente se iba a echar a llorar.

Reconoció las escaleras por la cuáles Jimin le había dicho que subiera y con un atisbo de esperanza, caminó hacia el bar.

Era el único lugar que recordaba.

💀

Sus manos paseaban por la teclas como plumas sobre el aire, tocando el viejo piano sin ritmo alguno.

Igual que él en ese momento.

Volvía a sentirse inexplicablemente vacío y frío, con esperanzas e ilusiones destruidas de nuevo. Con un dolor insoportable instalado en su plano y blanco pecho.

Deberían hacer que los muertos lo sintieran dolor emocional, sería un gran plus para ellos.

Suspiró y miró sus manos con asco y decepción.

Si tan solo estuviera vivo y fuese una chica, podría tener a Jungkook para él y vivirían como una pareja feliz.

Como una pareja feliz y normal.

De pronto se encontró tocando una melodía lenta, tan triste y melancólica como una lluvia en plena noche de invierno; como la soledad y el llanto bajo la luna llena.

No notó cuando la presencia de alguien más se hizo presente y siguió con lo suyo.

Tocar tristemente como un maníaco.

—¿Puedo sentarme?

Se giró rápidamente y miró a Jungkook sin expresión alguna para volver a darle la espalda e ignorar su presencia.

Sí.

Con una mueca triste, tomó asiento junto al peliazul, obviamente a una distancia considerable.

No hizo nada más que mirar como Park tocaba el piano. Boqueó unas cuantas veces, mas aún así, no emitió ninguna frase relativamente inteligente.

—No sabía que tocabas el piano —dijo en un intento de dar charla.

Silencio.

—Bueno, yo también sé hacerlo... —susurró presionando las teclas de su extremo.

Mientras él tocaba una melodía suave y arrulladora, Jimin le presentaba una llena de oscuridad y tristeza. Ambos se miraron por un lapso demasiado corto pues el peliazul cortó el contacto visual y siguió tocando.

Su corazón dolió, y aunque no esperaba más, se lo tenía bien merecido.

Pronto se vió a si mismo compitiendo contra Jimin por quien hacía la mejor melodía. Entre sonido y sentimiento, terminaron creando una sola melodía dramática.

Rieron al mismo tiempo al ver la pequeña mano de Jimin desprenderse y subir por el hombro de Jungkook.

Aunque no lo pareciera, él ya se había acostumbrado a esas cosas, después de todo, estaba entre los muertos.

—Minnie...

El chico apenas lo miró, estaba demasiado concentrado en el tacto de Kook sobre su fría piel mientras colocaba su mano delicadamente en su muñeca. Demasiado enamorado.

—¿Si? —murmuró.

Casémonos.

Osi, estamos cerca del final.
Bueno, ni tanto, lo alargue más :( casi 18

Corpse Brigde  [Ggukmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora