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Namjoon y Dahyun miraban con curiosidad los portones del cementerio.

Sus padres les dejaron claro que no salieran por la noche y mucho menos que se acercasen al cementerio, pues se rumoreaba que estaba maldito.

Y los rumores parecían ser ciertos cuando Jeon Jungkook desapareció luego de pasar por allí.

Sonrieron al pasar entre las puertas y ver que nada ocurría. Se atrevieron a caminar entre las tumbas y el miedo se iba esfumando de a poco.

Casi seguros de que nada ocurriría, se aventuraron más allá, por el bosque nevado, el típico lugar del que nadie salía si entraba.

Pero eso si entraban solos.

Demasiado confiados, bromearon y rieron por el camino para luego chillar cuan ratoncitos al sentir la tierra temblar bajo sus pies y ver el suelo partirse en dos. Corrieron a todo dar con el objetivo de avisar al pueblo de un posible terremoto.

De aquel desgarre, se mostraron unos escalones de los cuales salían todos aquellos que alguna vez vivieron y fueron amados en vida. Entre ellos, Jeon Jungkook y Jimin, futuro y permanente señor Jeon. Se sonrieron y avanzaron junto con el resto, desbordantes de gozo y alegría.

La pareja se tomaba fuertemente de las manos y reían risueños ante lo que se avecinaba.

Se casarían, y esta vez ambos estarían totalmente conscientes y de acuerdo.

Marcarían un antes y un después, y no podrían estar más felices; probablemente en el pueblo se estuviese armando un desastre, pero no podría importarles menos.

Ya no se trataba del resto, sino de ellos dos, sólo de ellos dos.

Jungkook y Jimin.

Por eso cuando entraron a la iglesia oyendo las quejas y gritos del padre, no podían hacer más que ignorarlo y caminar hasta el altar.

El lugar se llenó en cuestión de segundos. Hombres, mujeres, ancianos y niños, todos sentados con sonrisas alegres esperando por la unión de aquellas dos almas.

Namjoon observó con asombro desde la penumbra a aquél que alguna vez fue su "amigo" en el altar junto a un chico rubio.

Se sentó en una de las bancas y sonrió mirando al castaño.

Le caía bien, pero jamás habían podido hablar. A simple vista, sabía que Jeon era un buen tipo y verlo allí arriba, en el altar, sonriente y con un aura plena, junto a un peliazul que no sabía quién-demonios-era, lo llenaba de felicidad.

El chico se lo merecía.

La típica música de piano sonó y la multitud se paró.

-Hermanos, hoy estamos reunidos aquí para unir a estas dos almas, Jeon Jungkook y Jimin, dos hombres que se han estado buscando sin saberlo hasta encontrarse.

La emoción se hizo presente en el pecho de Jungkook. Sonrió plenamente al escuchar a Jimin decir sus votos mientras se sonrojaba y sostenía la copa que Seokjin había servido anteriormente.

Tomó la mano libre de su prometido y miró al peliazul a los ojos.

-Con esta mano, yo sostendré tus anhelos -comenzó. -Tu copa nunca estará vacía porque yo seré tu vino.

Todo se sintió tan natural al tratarse de Jimin. Como si ya se conocieran.

-Con esta vela, yo alumbraré tu camino en la oscuridad.

Jimin sintió su pecho inflarse en pura y rebosante felicidad, tanta que no cabía en sí.

-Y con este anillo, te pido que seas mío.

Nuevamente, el pedazo de oro se deslizó por el dedo de Jimin y el salón no tardó en llenarse de gritos, silvidos y aplausos por parte de todos cuando ambos se besaron y fundieron en un cálido abrazo.

—¡No griten! Es una iglesia — se escuchó por ahí.

-Para culminar con esta sagrada unión, Jeon Jungkook, debes beber el vino sagrado -continuó Seokjin.

Sujetó la copa, y sin una pizca de miedo, la llevó a sus labios.

-Vaya , vaya, vaya. Park Jimin, siempre el padrino, pero nunca el novio.

Corpse Brigde  [Ggukmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora