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Cierro los ojos con la respiración agitada. Muerdo mi labio inferior para evitar hacer demasiado ruido. Mis manos se cierran contra los hombros de Steve y los dedos de mis pies se retuercen. Estoy a punto de alcanzar la tan ansiada liberación.

Rogers me eleva un par de veces más tomándome por las caderas. Lo siento mucho más profundo. Sus gruñidos me hacen sentir mucho más cerca. Lleva una de sus manos hasta mi centro y acelera el proceso.

―¡Steve! ―grito bajando la cabeza hasta la curva de su cuello. Mis paredes presionan con intensidad su miembro, haciéndolo alcanzar el clímax.

Me toma del cabello para hacer que lo mire. Estamos agitados, sudorosos y agotados, pero siempre es buen momento para juntar nuestros labios.

―Eso fue increíble ―susurro después de recuperar el aliento.

―Siempre lo es cuando estoy contigo ―comenta apartando los mechones que se me pegan a la frente.

Tengo dos opciones, la primera es quedarme callada y la segunda consiste en molestarlo. No necesito pensarlo demasiado.

―Así que has estado con otras mujeres ―paso mi dedo índice lentamente por su pecho.

―Yo no... ―sus mejillas se colorean de un tono rosa.

―Tranquilo, se a lo que te refieres.

Lo beso en la nariz antes de levantarme de la cama.

―Tenemos diez minutos ―le recuerdo mientras entro al baño.

Hoy es domingo lo cual significa que no hay entrenamiento desde temprano y al no tener una misión asignada, podemos hacer lo que queramos. No hay una regla escrita, pero acostumbramos desayunar todos juntos en la cocina antes de que cada uno salga para hacer diferentes cosas.

―Buenos días ―saludo sentándome entre Clint y Tony.

Wanda sonríe mientras llena un plato de panqueques. Le pone jarabe antes de acercarlo al centro, al lado de otros platos que casi están vacíos.

―Hoy me salieron casi perfectos ―comenta en mi dirección.

―Se ven deliciosos ―digo con una sonrisa. La última vez que intentó cocinar el desayuno, terminamos comiendo cereales con leche después de apagar un pequeño incendio.

Clint me sirve un vaso de jugo.

―¿Dormiste bien? ―pregunta observándome detenidamente.

Había olvidado maquillar las ligeras ojeras que tenía. Últimamente dormía igual de poco que antes pero lo sentía como un sueño continuo y profundo. ¿La razón? La presencia de Rogers en mi cama. Él tampoco necesita dormir demasiado, así que aprovechamos el tiempo para hablar y explorar nuestros sentidos.

―No demasiado. Ya sabes cómo es esto... los recuerdos no se van voluntariamente.

Me arrepiento de mi excusa sosa al darme cuenta de que Wanda puede malinterpretar mis palabras.

Steve y Sam llegan riendo, lo cual corta la conversación que ya comenzaba a ponerme incómoda. Me aseguro de que Wanda no se vea afligida antes de probar el desayuno. Cierro los ojos mientras el sabor de la miel y de la masa invade mi paladar.

―Déjame felicitarte, brujita. Demostraste que uno puede mejorar en algo en muy poco tiempo ―Tony se adelanta.

Lo observo con desaprobación por el sobrenombre utilizado.

―Ignora al idiota ―le pido a la sokoviana―, realmente mejoraste mucho. Te felicito.

Wanda sonríe muy feliz por el resultado de su trabajo de esa mañana.

My heart is Open [Romanogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora