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El quinjet aterriza en el helipuerto de la torre en Nueva York. El equipo baja cansado después de haber ido a una misión donde desmantelamos un importante centro de operaciones de Hydra. Aun así no hallamos el cetro.

Lo primero que hago es caminar en dirección a mi habitación.

―Romanoff, no olvides que ordené algo de pizza. Tienes 10 minutos ―me recuerda el millonario.

Sin voltearme le hago un gesto con la mano para que sepa que lo escuché. Cierro la puerta de mi habitación y suelto el aire que estaba conteniendo. Tengo una cortada en el abdomen y a pesar de que se curará en unos días, me escuece demasiado.

Bajo el cierre de mi traje y me lo quito con cuidado. Debo repararlo en el futuro. El corte es horizontal en el lado derecho del estómago. Cierro los ojos, en un intento de sentirme mejor, recuerdo el rostro golpeado de mi atacante. Por lo menos le di su merecido. Una vez que estoy libre del traje, camino en ropa interior hasta conseguir el botiquín que hay en el baño. Me limpio la herida y la cubro con una protección contra agua.

Abro la llave de la ducha, me desnudo y dejo que el agua recorra mi cuerpo. No tardo mucho tiempo para que elija ropa limpia y me una a los demás para cenar. Me siento entre Clint y Banner, con Tony y Steve frente a nosotros.

―Huele muy bien ―comento al ver las cajas de pizzas―. Elijo un pedazo que contiene un gran trozo de peperoni.

―¿Cómo está la herida? ―habla mi mejor amigo.

Lo miro con algo de molestia.

―¿Te hirieron? ―Steve pregunta demasiado serio.

Todas las miradas están en mí. Me encojo de hombros y le resto importancia a la herida. Después Tony es el que dirige la conversación como sucede usualmente. Nos relajamos lo suficiente después de haber tenido una misión tan exigente.

Steve toca a la puerta de mi casa unas horas después. Abro la puerta con una sonrisa, lo dejo pasar después de darle un beso corto.

―Espero no haber tardado tanto ―me toma de la mano.

Niego con la cabeza y nos dirigimos a mi habitación. No espero mucho para comenzar a despojarlo de su chaqueta y su camiseta. Cada vez que estamos solos, no desaprovechamos la oportunidad de demostrarnos lo mucho que nos necesitamos. Llevamos más de dos meses de esta forma.

―Quizá sea mejor que descanses, Nat. Estás herida ―me recuerda innecesariamente.

―Sanaré rápido ―acaricio su mejilla―, no me prives de tu compañía esta noche ―pido con voz seductora.

Me acomoda con cuidado bajo suyo.

―No lo haré. Dormiremos juntos y mañana pasaremos el día juntos.

No protesto ante la idea de que no nos separaremos en todo el día. Me pongo de costado y gimo al no encontrar una posición correcta. Esta noche tendría que dormir sobre mi lado izquierdo.

Steve apaga la luz y abre un poco las cortinas para que las luces de la ciudad combatan la oscuridad. No duermo con la luz apagada por completo ya que algunas veces despierto de golpe después de pesadillas y así es más facil ubicarme. De otra forma, mi cabeza me hace pensar que sigo siendo un arma de la Sala Roja.

Nos acomodamos mirándonos de frente, juntando nuestra mano en el medio. Estoy algo cansada pero quiero seguir mirándolo.

―Pasado mañana tendré que salir a una misión que quizá me tome unos días ―susurro.

―Puedo hablar con Stark para que ponga a otra persona. No me agrada la idea de que vayas estando herida.

Recorro el contorno de su rostro con mis dedos hasta dejar mi mano en el medio de su pecho, sintiendo sus latidos.

My heart is Open [Romanogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora