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Debería sentirme avergonzada pero lo cierto es que no lo estoy. En vez de eso, estoy riendo mientras intento no hacer demasiado ruido. Steve ya tiene puesta su ropa interior y su pantalón. Yo sigo en ropa sugerente encima de su cama.

―¿Sigues? ―pregunta mientras se pone la camiseta.

―Lo siento ―me disculpo―. Aunque no puedes negar que fue algo inesperado y gracioso.

El capitán levanta mi ropa del piso. Después se acerca a su placar buscando algo.

―No es a ti a quien molestará Tony ―se queja.

Me levanto de la cama para alcanzarlo, necesito abrazarlo por atrás. Tira algo en la cama antes de acariciar mis brazos que descansan sobre sus abdominales. La tela de su camiseta no puede evitar que sienta el relieve de esa parte de su anatomía.

―Si quieres podemos contarles lo nuestro. De esa forma ambos seremos el centro de atención ―propongo.

Niega con la cabeza. Aún no es el momento. Se voltea para darme un beso en la frente. Esos gestos hacen que mi amor por él incremente más de lo que alguna vez pude haber pensado. Nos abrazamos unos minutos más. Adoro sentir mi cuerpo contra el suyo. Solo Steve puede lograr que me guste la sensación de estar protegida. Puede pasar de ser muy seductor a todo un cursi en un instante.

―Lamento que no hayas podido llegar ―le doy un beso su mandíbula.

Suelta una carcajada.

―Lamento no haber estado más atento ―me quita la peluca.

―No creo que algún hombre pueda estar atento de lo que sucede a su alrededor cuando una mujer como yo está de rodillas frente a él ―lo molesto.

Acerca una polera gris con mangas largas. Levanto los brazos para ayudarlo. Los dos tenemos ropa del otro oculta entre la nuestra ya que últimamente dormimos juntos con frecuencia.

Me acerco hasta el bolso que había dejado en una silla cerca de la pared de vidrio que nos da una espectacular vista de la naturaleza que hay en el jardín de la base. Tomo dos pequeños pines negros.

―Con esto ―los muevo en mi mano―, nos salvaremos de cualquier plan que Tony haya podido idear para averiguar mi identidad.

―¿Qué son? ―es la primera vez que Rogers ve algo así.

―Es tecnología wakandiana. Resulta que me hice amiga de la princesa cuando estuve encargada de localizar a T'Challa.

Luego de la primera reunión, el mismo heredero al trono nos había abierto las puertas a un lugar repleto de nuevas tecnologías que dejaron con la boca abierta a Stark.

El capitán extiende su mano derecha para recibir los pines. Por su expresión puedo deducir que teme poder romper el dispositivo. Lo tranquilizo comentándole que son muy resistentes. Minutos después, procedemos a poner en marcha mi plan. Steve sale primero, espero dos minutos antes de salir por el mismo lugar. Las cámaras del pasillo fueron inutilizadas, logrando mantener oculta la identidad de la mujer que había estado haciéndole un oral al capitán América.

Voy hasta la cocina para prepararme una taza de café. Necesito algo que me mantenga despierta. Es una suerte que el derivado del suero no permita que se vea lo cansada que estoy. Cuando llego hasta la sala, veo a Danvers charlando con Tony, María, Visión, Nick y Steve. Lo que sea que la agente Hill está diciendo se interrumpe con mi llegada.

―Carol Danvers ―se presenta la mujer, acercándose unos pasos hacia mí. Lleva puesto un peculiar traje donde predominan los colores rojo, dorado y azul. Los demás están sentados en el sofá.

My heart is Open [Romanogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora