16

1.5K 124 5
                                    

Siento leves toques repetitivos en mi mejilla. A lo lejos escucho la voz de alguien pero no logro distinguir de quién se trata. Poco a poco esa voz se va haciendo más audible hasta que la reconozco. Es Steve.

―Despierta, por favor ―pide demasiado preocupado.

Abro los ojos para encontrarme con su mirada azul. Él suspira y besa mi mejilla.

―Steve... ―pronuncio con voz cansada.

―Nat, no sabía qué hacer...

―¿Qué sucedió? ―pregunto acariciando su rostro. Distingo que estamos en mi habitación.

―Estábamos haciendo el amor hasta que te quedaste dormida, creo...

Hago una mueca mientras me concentro en recordar lo que sucedió antes de "dormirme". Suelto una pequeña carcajada al comprender lo que había sucedido.

Rogers me observa interrogante. Le doy un beso en la barbilla.

―No me quedé dormida, cariño ―le doy pequeños besos, esta vez en sus labios―. Lo que sucedió es que perdí el conocimiento de tanto placer que me hiciste sentir. ¿No escuchaste que eso podía pasar?

Niega con la cabeza y se tumba boca arriba a mi lado. Me toma de la mano para dejar un beso al dorso. Ahora está mucho más tranquilo. Realmente había pensado que había hecho algo mal.

Con una sonrisa seductora, tomo impulso para acomodarme sentada encima suyo. Muerdo mi labio inferior ante el roce de nuestros cuerpos. Mis ojos se cierran para que mis demás sentidos tengan más disfrute. Su respiración agitada, su piel erizada y el aroma a sexo invaden mis sentidos. Él me sostiene de las caderas.

―¿Crees que soportarás una ronda más? ―me inclino hacia adelante con mi mejor expresión seductora.

Él sonríe de medio lado. El bulto cerca de mi trasero es la deliciosa respuesta que necesito.

―Mmm ―me inclino un poco para besarlo con más pasión.

La piel de nuestros torsos entra en contacto, haciéndolo gemir contra mis labios.

―Jamás tendré suficiente de ti ―Steve me toma de las nalgas para acomodarse dentro de mí―. Eres lo que le da sentido a mi vida.

Alguien llama a la puerta de mi habitación. Ambos ignoramos eso para seguir con las bocas juntas.

―¿Nat? ―la voz de Bruce atraviesa la puerta.

Steve me dice con la mirada que debo atender. Así que rápidamente me pongo unos pantaloncillos negros, la blusa blanca que me había quitado antes y una bata encima.

Abro la puerta, saliendo rápidamente para que Bruce no pueda ver que Rogers está adentro. Paso mi mano por mi cabello para quitarle un poco de lo abultado que debe verse.

―Lamento molestarte cuando estás en tus horas de descanso ―Bruce se ve afligido―. ¿Crees que podamos hablar en privado?

Puedo ver que se le ha ocurrido que es una buena idea entrar a mi habitación. No es una forma muy sutil de dar a conocer mi relación con Steve.

―¿Por qué no vamos a tu laboratorio? ―pregunto sin intenciones de volver a abrir la puerta.

―De acuerdo ―accede. Lo sigo hasta que llegamos hasta una de las mesas metálicas altas que ahora no tiene nada encima.

Me acomodo en una de las butacas que tomo del rincón. Banner hace lo mismo. Se ve algo nervioso. Duda demasiado.

―¿De qué quieres hablar? ―lo insto a comenzar.

My heart is Open [Romanogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora