Capítulo II: "Conocí al príncipe Adam"

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(Kling)

Yo sólo quería llorar, no estaba preparado para semejante vergüenza, y lo irónico de la situación es que todo se debe a que la madre del fiscalizador, quería mis obras "maestras", pero claro si le explico eso, probablemente no me compre más y arme un gran lío en el palacio, pero si miento sería menos doloroso para mi economía y la de mi familia.

-Pues... déjeme explicarle, mi hijo y yo...

Me interrumpió. –¿Cómo es posible que sea su hijo?... ya la mentira no me está siendo coherente.

- ¿Qué mentira? Le dije molesto sin ningún derecho, ya que, me encontraba en su residencia. –Por favor, créame, es verdad lo que le digo.

-Está bien... prosiga, por favor. –me dijo gentilmente.

-Veníamos en carroza y decidimos parar en el palacio para ver si aparecía la reina, ya que mi hijo Kan insistía bastante, mientras esperábamos un largo tiempo, él quería jugar a las escondidas y yo acepté, verás tú, yo soy padre soltero y doy mi vida por mi pequeño –le guiñé el ojo a Kan, para que me siga la historia –entonces, comencé a contar, mientras él se escondía y cuando finalicé, me di cuenta como se encontraba dentro del palacio, no supe por dónde entró, sólo tenía la desesperación que alguien lo encontrase y le vaya a hacer algo, fue ahí cuando reaccioné y encontré un pequeño agujero por la reja y decidí entrar. Conozco tan bien a mi pequeño, que le encanta la comida y este lugar era el indicado para comenzar a buscarle, por suerte aquí estaba y estos dos amables guardias entendieron mi historia como espero usted la haga para poder seguir nuestro rumbo.

Hubo un silencio incómodo, Adam no se creía la historia por como fruncía el ceño.

-Sólo por esta vez, y única vez, le permito Sr... ¿Cuál es su nombre?

-Mi nombre es Kling, K-L-I-N-G –dije.

-K-I-L... como sea, señor Kling, única vez que le permito que me mire a los ojos y me mienta, para que una persona ya adulta como usted, culpe a su propio hijo por comerse el queso de la bodega y no tú.

Quedé anonadado, ante esa observación en ningún momento mencioné el queso, sin embargo, eso me hacía sentir aliviado porque el meollo de la situación se centraba en mi mentira y me alegraba saber que me había creído.

-Los dejaré ir con una condición –dijo Adam, el príncipe Adam.

- ¿Cuál? –pregunté aliviado.

-Que mañana se presente nuevamente con su mejor vestimenta, para conocer a la reina.

- ¿A la reina? ¡Sí, sí, papi di que sí! –me decía Kan mientras me jalaba la camisa.

- ¿Ves? A tu pequeño le interesa la idea, sólo di que sí.

-No tienes por qué hacerlo, en serio, entiendo que quieras cumplir nuestro... sueño, de conocer a la reina, pero no debes sentirte obligado por la situación que acaba de pasar.

-En realidad no lo hago como favor, me gustaría que escuche la historia y se ría, para que ustedes tomen una lección de que en realidad no me creo nada del por qué están acá.

-Por un momento creí que todo podía ser verdad, pero de seguro hasta crees que con mi hijo venimos a robarles a ustedes, tú crees realmente que yo no tengo cerebro como para saber que este palacio está repleto de seguridad que es el peor lugar a donde uno puede ir a robar... -Me inspiré.

-En realidad no lo tienes que tomar personal Kling, sólo bromeaba, en lo absoluto creo que puedes ser un ladrón, debes de ser un artesano por cómo te vistes y deja alagar el buen estilo que tienes por lo demás... Sólo los invito cordialmente porque sé que son buenas personas, y además hay bastante queso, de seguro eso les encantará. –lo mencionó de forma bromista lo del queso.

El príncipe de mi puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora