Capítulo XIV: "Malos entendidos"

69 4 0
                                    

(Adam)

-Esta será la última vez que te escapas de mí, me importas, sino no hubiera venido con el caballo más veloz a alcanzarte, no te perderé de nuevo Kling, me gustas y mucho.

Comenzó a llorar y mi corazón se estremecía por cada lágrima que caía de su rostro, eran goteras incontrolables de detener, escuchaba como mi voz temblaba mi interior se sentía helado y la adrenalina me hacía sentir algo denso.

-Entonces ¿por qué estabas con esa mujer besándola de esa manera? -dijo entre sollozos.

-Porque mientras tu estabas con Steven yo sentía que tenía que rehacer mi vida con la persona que suplantaría a quién creía yo era el correcto.

- ¿Ese soy yo? -preguntó.

-Por supuesto, que eras... eres y espero seas... para siempre, necesitamos hablar con calma, por favor. -le dije tomando sus manos.

-Te escucho, comienza tu primero. -dijo Kling.

Kling hizo que los caballos se acostaran a un costado del camino para estar cómodos en la carroza y evitar impedimentos en el camino, en ese momento me acomodé a su lado en la carroza. Mis caballeros se devolvieron al comienzo de ambos caminos para evitar que la gente ingresara a donde estábamos e interrumpir la escena por gustos personales como autógrafos, fotografías, etcétera. Le tomé la mano para que se sintiese cómodo y demostrarle cuánto realmente quiero que esto termine bien.

-El día de la fiesta que preparé a mi hermano, todo estuvo sensacional, la manera en la que tomaste el control de la situación me agradó de tal manera que no te podía quitar de mi cabeza como usualmente lo estás. Sentí como todo iba perfectamente y que nada podía salir mal, hasta que de repente huiste con tu familia. Me pregunté cada segundo ¿por qué? Me respondía solo e infinidades de estupideces que podían ser ciertas, por ejemplo, "no besé bien", "la familia realmente no está de acuerdo conmigo", "¿qué pensará la gente?". Esa noche bebí bastante, sentía como el suelo bailaba al ritmo de la música, necesitaba descansar después de un día agotador. Cuando me estaba acercando a mi habitación me percaté de una hermosa señorita saliendo del baño de la famila, la encaré y fui gentil con ella, su nombre es Cristall, una joven dama bastante atractiva llamó mi atención por completo y coqueteé con ella, sentí que lo debía hacer debido a lo herido que me sentía por tu "huida" además de que Steven me comentó que te iba a conquistar, no te culpo a ti Kling, pero me sentí disgustado ante lo acontecido. Sin más preámbulos prefiero responder a tus interrogantes y espero tú a las mías, el día que te vi con Steven decidí besar a Cristall apenas la tenga en frente como método de venganza, pero al mismo tiempo lo quería hacer y así fue, lo volví a hacer el día que tu te presentaste al palacio, pero no creí que irías tempranamente, si lo hubiera sabido no lo hubiera hecho por respeto a ti, de alguna u otra forma no tenía nada que perder al besarla, tu podías haber venido al palacio con dos respuestas, estás en una relación con Steven y todo quedaba en los buenos momentos, o que necesitabas explicarte para yo poder entender que estabas interesado en mí, espera... con la segunda opción no debí de haberla besado lo sé, pero no podía arriesgarme a perder a otra persona nuevamente. Sólo eso, es tu turno.

-Es confuso, pero tienes razón. Debo sentirme con la necesidad de pedirte explicaciones, pero no debo porque no somos nada aún, además nunca me perdiste sólo me ausenté para evitar los escándalos del pueblo, ¿acaso no sabes que estamos en todos lados últimamente? -mencionó Kling.

-No suelo estar atento a lo que diga la gente, si son novedades me entero yo mismo, si son rumores, están primero merodeando en el palacio por lo que me entero primero, pero chismes y negatividad las evito completamente, ahora cuénteme lo suyo.

El príncipe de mi puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora