Capítulo XIII: "Sin máscaras"

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(Kling)

-Te imploro que mañana me recibas en el palacio para conversar con nuestras mentes en frío. -dije.

- ¿Acaso la tienes muy caliente como para responder ahora? -dijo frío y enojado.

-Por favor príncipe -le dije tomando sus manos a lo que me las soltó inmediatamente. -No lo digo por mi Adam, lo digo porque te molestarás y dirás cosas sin saber realmente lo que sucede.

-Sólo no llegues tan tarde puede a que esté acompañado. -dijo largándose de mi vista bastante enojado.

No podía quitarme de la cabeza lo que había dicho, pero más cómo me había mirado después de la provocación que le hizo Steven.

- ¿Por qué le dijiste eso Steven? Sabes que se podía enojar. -le pregunté.

- ¿Estuvo mal lo que dije? Sólo fui sincero contigo, te esperé en la cama y ya.

-Venga ya, no soy imbécil y vi las intenciones, en fin, obtuviste lo que quisiste.

-Pero no entiendo por qué te enfadas si... -lo interrumpí.

-Me enfado porque él se enfada conmigo y no quiero provocarle eso. -le dije enfadado.

-Está bien, lo siento. Espero no repetir la escena, pero debes entender que me importas también como para que él se presente de repente a pedir explicaciones.

-Buenas noches, hablemos mañana mejor. -le dije a Steven.

En toda la noche no pude cerrar los ojos pensando en la expresión puesta por el príncipe Adam, sentía una gran culpabilidad por cómo se sentía, pero sabía que mañana iría directamente a sanar su corazón.

Desperté después de haber cerrado los ojos al fin, y sentía un gran cansancio por las pocas horas de descanso, al menos Steven dijo que él había descansado bastante.

-Agradezco bastante lo que han hecho por mí, Kling. -dijo mirándome de costado abrazando a la almohada.

-No tienes que agradecer nada, tienes suerte de contar con una familia buena como la mía en realidad. -dije.

-Tus padres son sensacionales, racionales y te respetan mucho, como hubiera deseado eso para mí también. -dijo.

En ese mismo momento me percaté como sus ojos se humedecían, quería abrazarlo, contenerlo. Mi corazón se estremecía, pero no podía demostrarle ningún afecto que se malentienda, porque mis fuerzas iban por el príncipe Adam.

-Eres fuerte, un luchador valiente y has sobrevivido por mucho tu solo, gracias por confiar en nosotros y puedes contar para lo que sea, los padres no dejan abandonados a sus hijos.

-Toda la razón, pero nadie tiene la fortuna de elegir a sus padres ni saber en qué condiciones uno viene a este mundo. -él dijo.

-Gracias por acudir a mí Steven, no te defraudaré, seré tu mejor amigo.

Esas palabras probablemente lo entristecieron por cómo me miró a lo que respondió.

-Soy un luchador y pelearé para ganarme tú corazón, no tu amistad. -dijo y me enrojecí.

-Bueno chico luchador, vamos a desayunar.

Bajamos y vimos a mi padre preparando esta vez el desayuno a todos y tuvimos una excelente y cómica mañana, nos costó levantarnos de la mesa por cada cosa que se nos venía a la mente y la decíamos. Mi madre me miraba constantemente para ver cómo mis ojos interactuaban con el interés que proyectaba cuando Steven hablaba y sabía que tenía un millón de interrogantes para hacerme, pero iba a ser lo más rápido y esquivo para irme pronto del hogar a platicar con el príncipe Adam.

El príncipe de mi puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora