Capítulo XII: "Desatando las máscaras"

71 4 0
                                    

(Adam)

Desperté, me bañé, me vestí adecuadamente, desayuné rápido y emprendí rumbo al hogar de Kling, creía que había elegido el mejor día, porque después de lo sucedido con Cristall me aseguré de que realmente no quería estar completamente con alguien de mi género opuesto, en realidad estaba listo para experimentar lo que siempre estuvo en mi cabeza desde pequeño, no obstante, Cristall me sigue pareciendo una chica ideal.

Me encontraba un poco perdido y desesperado de saber que no encontraba ningún hogar entre tanto árbol y arbusto, me estaba comenzando a frustrar cuando de repente vi una hermosa pileta rodeada de casas hogareñas muy atractivas y tiendas artesanales a su alrededor, todo era tan acogedor, suponía que esa era la parte central del pueblo, me dirigí al sector norte donde podía encontrar el hogar de Kling.

Acerté evidentemente salí de los árboles que entorpecían mi vista hacia su hogar y cuando iba a dejar mi caballo cerca del árbol más cercano a su hogar, me desaté la máscara y me detuve en seco. Mi corazón se destrozó de cierta manera, no podía creer que lo veía, Kling y Steven abrazados saliendo de su hogar acompañado del pequeño Kan, mi estómago se estremeció horriblemente como nunca lo había sentido antes, mis agallas se veían consumidas por la tristeza, si no me hubiera dolido tanto hubiera interferido e interrumpido la situación, pero me sentí traicionado por quién realmente quería.

Volví a atarme la máscara, ésta no se me salió en ningún momento y me devolví al reino arruinado, sólo quería acostarme y dormir para despertar y tener una credibilidad de que tal vez fue un sueño, pero soy consciente de que así no fue. No podía dejar entrar a mi cabeza de cómo había sucedido aquello en tan sólo un día.

¿Lo besé tan mal? ¿Steven tuvo algo que ver? ¿Fue por conveniencia o interés? ¿No pudo soportar tanta presión social? ¿Se enteró que besé a Cristall? ¿Lo hizo por no separar a mi familia? Esas y más interrogantes no me dejaban dormir, afortunadamente llegué sin dejar rastro de presencia, al parecer me demoré menos de lo que mis padres pudieron presenciar.

Sentí como el pecho se me apretaba y decidía respirar cada vez con más intensidad a ver si le ganaba a mis ganas de llorar pero fue inútil intentarlo, simplemente presencié como mis lágrimas caían, sin sollozos, debía tener mucha impotencia y tristeza dentro de mi como para hacer un escándalo al respecto, sólo me tapé la cara, me sequé las lágrimas que volvían a salir, me levanté y  me desnudé por la temperatura de mi habitación y abracé el peluche que me había regalado mi madre cuando era pequeño, no creí que me vería tan destruido de tal manera, no creí que como príncipe podía sufrir así de amor, sabiendo que ni siquiera habíamos tenido algo tan apasionado como lo pudo haber sido, simplemente decidí darle fin a lo que pudo acontecer con Kling.

El mismo día en la tarde me vestí de jardinero para evidentemente ir al jardín a cuidar las plantas, quería despejarme completamente de Kling y mantener mi mente ocupada sembrando y regando me iba a venir de maravilla, creía yo.

-Hola galán, no pude evitar venir a ver quién era aquel hombre atractivo con el esculpido a la perfección -dijo Cristall.

-No se preocupe Cristall T, me viene de maravilla su compañía de hecho. -le dije.

Y sin pensarlo dos veces decidí ponerme en frente de ella y besarla como si no hubiera un mañana, recorrí su cuerpo completo con mis manos sin sobrepasarme, cada vez que me separaba para tomar un rápido respiro analizaba como le agradaba, le sonreía y volvía a besarla apasionadamente.

Sabía que lo que estaba haciendo podía estar errado de poner sus sentimientos en duda hacia mí y atraerla más aún, sin embargo, yo sabía mis limites exceptos los de ese día, la besé como si no hubiera un mañana.

El príncipe de mi puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora