Capítulo XXVI: "Prepárate"

55 6 0
                                    

Tres semanas después

(Kling)

-Ya voy Kan, por favor tranquilícese. -le dije a mi hermanito, que me llamaba desesperado para que bajara.

- ¡Hola amor! -gritó Adam.

Mi corazón se detuvo en ese momento no lo podía sentir latir, estaba tan impresionado, había pasado una semana que no nos veíamos y la última vez que estuve con él, me encontraba sosteniendo su mano y a punto de desmayarme mientras le quitaban los puntos de su abdomen bajo derecho, la cicatriz era una ternura porque ni se veía, era un tajo de dos centímetros aproximadamente que se veía opacada por su oblicuo marcado.

-Voy a llorar... -le dije al borde de las lágrimas, abalanzándome a abrazarlo.

-Te he extrañado toda la vida, y sólo ha pasado una semana que no nos vemos. -dijo dándole sentido a mi lloriqueo.

-Yo también te extrañé, siento que ha pasado un año sin verte.                                  

-Así es, apenas me los quité y me recuperé decidí venir a buscar a mi príncipe.

-Estoy sorprendido de que estés de pies tan bien, con suerte caminabas cuando tenías los puntos. -le dije.

- ¡Cierto! Porque me tiraban la piel... pero he venido por ti. -dijo.

- ¿Recuerdas que dormías sentado de tanto dolor? -le decía acariciando su cara.

-Sí, no se lo deseo a nadie, el peor dolor. Amor te digo que he...

Lo interrumpí. -Te amo, te amo. Me alegro que estés tan bien.

- ¡HIJO POR DIOS! Te está intentando decir algo tu novio... -dijo alteradísima mi madre.

Su tono me asustó bastante porque se reincorporó desde la cocina a nuestra conversación.

Adam se echó a reír sin parar, por mi parte estaba muerto de la vergüenza.

-Perdón, perdóname no quise...

Me interrumpió. -te digo que te vengo a buscar porque quiero que pases al menos una semana en mi hogar, pero necesito de tu aprobación también.

- ¡Por supuesto! Extrañaré a mi familia bastante, pero si es lo que quieres una semana no hará morir de extrañeza a mi familia, ¿cierto? -dije mirando a mi madre.

-Exacto, así ustedes van se relajan y como dice Kan... hacen el amor. -dijo mi madre.

Adam no podía aguantar la risa y yo no podía volver a mi color, hasta mi pequeño monstruito se reía y me preocupaba también, al menos mi padre el rey de la burla estaba durmiendo.

-Está bien, suficiente. Iré a hacer mi maleta y nos vamos. -dije.

Mi madre le ofreció un bebestible a Adam, mientras jugaba con Kan. Por mi parte estaba ya empezando a empacar pequeñas prendas para la semana, y me acordé del regalo que me dio mi padre, la caja de condones que temía usar a menos que no fuera con el príncipe. Desperté y me despedí de mi padre, de mi madre y a Kan me lo comí de besos en su cabecita, definitivamente lo iba a extrañar.

Nos subimos a la carroza y nos fuimos al palacio, lo que más me emocionaba en ese momento era la calidad de hombre con la que estaba compartiendo mis momentos, aparte de ser un príncipe, era un caballero, recién operado sostenía mi maleta, me subía a la carroza, tomaba las manos, besaba la frente, me hacía sentir amado.

-Entonces amor, ya que vamos a pasar unas buenas vacaciones, si es que se puede llamar así, al menos para mí es así... ¿cuál es el verdadero motivo? No quiero sonar grosero honestamente. -acontecí.

El príncipe de mi puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora