23 - Hiyori

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A la mañana siguiente el matrimonio se despertó envueltos en un abrazo y antes de que Zen empezase con una nueva ronda el menor se escapó de la casa para buscar a su casera y darle las llaves, la casera se alegro por ese joven que por fin mostraba un anillo de casado.



Este no quiso decir a esa viejecilla que su esposo era un hombre... bueno a ver como se desarrollaba todo a partir de ahora, seguramente que ese pervertido aprovecharía para acosarle en casa ahora que estaban solos.



Fueron a casa del mayor, subieron las cosas del menor, este llevo una de las maletas a la habitación principal sin decirle nada al menor.



Este le seguio confundido por ver que hacia ese idiota ahora con sus cosas, el mayor puso la maleta encima de la cama, sacó algunas cosas de su harmario.



Yokosawa - extrañado - ¿que haces idiota?



Zen - sin mirarle - hacer hueco para tus cosas.



Yokosawa - frunciendo el ceño - ¿y porque cojones haces eso?



Zen - vaciando varios cajones - porque eres mi esposo - mirándole por fin - y vas a dormir aquí conmigo.



Yokosawa le miro sorprendió, Zen solo se dedico a guardar esas cosas en otra parte del cuarto y empezó a sacar las cosas del menor para ponerlas ahí, el mejor por fin reaccionó y le ayudo.



Zen - riéndose - no te sientas mal osito... - mirándole de reojo - sabes que no estás quitando el lugar de nadie...



Yokosawa - nervioso - lo... lo se... - bajando las manos - es que...



Zen - dejo las cosas - mi esposa nunca estuvo en esta casa...



Zen le cogió de la mano y le llevó hasta la cama donde se sentaron uno al lado del otro.



Zen - poniendo una mano en su muslo - tuve que irme de la otra casa demasiados recuerdos... - suspirando - todo lo que hay aquí es nuevo... - mirándole - fuiste el primero en dormir aquí conmigo...



Yokosawa - nervioso - va-va-vale... - poniendo su mano sobre la de Zen - tenme paciencia...



Zen - acercándose a él - siempre...



Se dieron un corto beso, antes de que el rubio se encendiese Yokosawa le empujó  para terminar de colocar sus cosas en la casa, mientras Zen se reía tirado en la cama; justo en ese momento le llamó su madre diciéndole que iría con la niña para comer juntos.



Salió a decírselo a Yokosawa y preparar algo de comer para todos, los padres de Zen vinieron la mamá fue directa a la cocina para ayudar a Yokosawa se sorprendió al ver como ese hombre se sabía desenvolver tan bien en la cocina.



Su nieta hablaba maravillas de ese chico, ahora compartiendo cocina vio realmente como era ese chico, sonrió feliz porque a su hijo le vendría muy bien alguien como él.



Comieron contando muchas anécdotas de Zen la mayoría vergonzosas para él, Yokosawa se reía sobre todo en algunas partes llenando de calor el corazón de Zen que se enamoraba más de ese sonido.



En ese momento alguien llamó a Yokosawa este salio al balcón para atender la llamada, mientras la madre y la hija de Zen limpiaban los trastos, padre e hijo recogían la mesa.



El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora