Capítulo 17

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Pensaba que la vida daba 

Y a mí sólo me quitaba 

-- Bueno... Ya sabes que soy hija de Afrodita, ¿no? – Comenzó a explicar Maddi y Erick asintió.

«Mi padre era alemán, pero conoció a Afrodita en Estados Unidos, fue de vacaciones para pintar un poco, era su pasatiempo favorito. Se quedó con la diosa algunos meses, pero terminó regresando.

«Y entonces, el 18 de noviembre de 1923, papá me encontró en su puerta con una nota que le explicaba todo: era su hija y la de la chica que conoció en Estados Unidos, la chica era la diosa del amor y su hija era una semidiosa, por lo que puede la llegaran a atacar.

«La diosa estaba demasiado ocupada para explicárselo ella misma.

«Tuve una buena niñez, mi papá me cuidaba, era casi una niña totalmente normal, pero a mi alrededor pasaban cosas raras: A veces las personas me daban lo que les pedía o hacían algo que les decía que hicieran, aun así, no le daba mucha importancia.

«Mi padre me explicó lo de Afrodita hasta que cumplí 12 años. Al principio no le creí, como todos, pero después tuvo sentido que lograra convencer a las personas tan fácilmente.

«Se lo explique y me ayudo a entrenar mi poder, y aunque no sabía mucho del tema, me apoyaba.

«Recuerdo que unos días después apareció en mi habitación esta daga. – Desenfundó su daga –. Fue un regalo de Afrodita. Al principio no quise usarla, no quería nada de ella, pero era muy bonita como para abandonarla. Puede que no me agrade la diosa, pero debo admitir que tiene estilo.

«Empecé a entrenar, pensaba que debió dármela por algo, que corría peligro... pero el peligro no se presentó, todo seguía normal, así que dejé de preocuparme.

«Iba a la escuela como cualquier chica normal, tenía dos muy buenos amigos, eran mellizos, Addison y Andrew. – La chica suspiró recordando –. Los conocí cuando tenía 11 años ¿sabes? No me separé de los hermanos desde ese momento.

«Fueron muy buenos años, entrenaba, me divertía, salía con mis amigos, estudiaba, me imaginaba un futuro, completamente diferente a este, claro. Y las cosas se pusieron aún mejores cuando empecé a salir con Andrew a los 15.

«El chico era guapo, hay que admitirlo, y básicamente perfecto. 

«Le encantaba leer y a mí me encantaba verlo hacerlo, me contaba sobre sus libros, siempre lo hacía tan alegre y emocionado que su rostro resplandecía. – La voz de la chica se volvió un suspiro, una tímida sonrisa soñadora se dibujó en sus labios y una mirada perdida en sus ojos –. A veces me contaba historias hermosas que el inventaba; le gustaba pasear en las noches tomados de la mano viendo las estrellas; era amante de la poesía, es más, me escribió algunos poemas, adoraba cuando me los leía... -- La chica parecía divagar en sus pensamientos –. Aún no los olvido por completo: Mi perdición, mi mayor alivio, mi salvación, mi hermoso lirio... Así solía llamarme, mi lirio... por mis ojos, claro...

Cuánto le debía al destino

Cuánto que contigo se cobró

Una risita de Erick, causada por la mirada de la chica, sacó de su ensoñación a Maddi.

-- Lo siento, me desvíe un poco del tema.

«En fin, todo estaba perfecto, tan perfecto que olvidé que por mis venas corría sangre divina. Olvidé que a las moiras les encanta hacernos la vida insufrible. Oh, pero se encargaron de recordármelo, encontraron la forma de fastidiar mi vida sin siquiera recurrir a los monstruos...

¿Qué haría sin ti? (Percabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora