Capítulo 25

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Mientras La Secta desayunaba, Maddi estaba recostada inconsciente en la habitación de Erick, con el chico sentado a su lado.

Había logrado que parará la hemorragia y le había vuelto a poner la mano en su lugar, pero hasta que la chica despertará no había nada seguro.

Erick se había negado a apartarse de ella, así que se había quedado solo en aquella cabaña, con la sola compañía de su inconsciente novia, cuya mano no había dejado de tomar.

Mientras estaba allí, comentó a cantar una vieja canción que siempre lograba relajarlo. 


Siente la brisa                                                                                                                    

Y vuelve a tu hogar.

Esconde bien

Lo que es peculiar

Entra con prisa

No hay que escapar

Escoge bien

En lo que vas a hablar.

No olvides nunca

Que allí voy a estar

Sueña y dime

Que no te iras.

Siente la brisa

Que no voy a estar.

Muéstrales bien

Que eres especial.

Entra con prisa

Y vuelve a tu hogar

Vive la vida

Te voy a esperar


–Bonita canción –escuchó a Maddi decir en la cama, en un susurro apenas audible.

–Lo sé –le contestó, sonriendo lo más que podía al verla despierta –. La escribió mi madre.

–Aunque un poco contradictoria, no te parece.

–Sí, el principio es porque no pensaban enseñarme magia, lo último solo lo canto la ultima vez que la vi, antes de que la quemaran –explicó, recordando, pero dejando su atención en la chica recostada –. Me alegra que despertaras, todos estábamos muy preocupado ¿Te duele algo?

–Me duele todo, como nunca –intentó bromear, pero después recordó lo ocurrido y su sonrisa se perdió –. Mi...mi mano. Puedo...puedo sentirla, pero no puedo moverla... ¿está...está bien?

–Conseguí devolverla a su lugar, pero tardará un tiempo en funcionar bien de nuevo –le explicó –. Y puede... puede que no lo haga –se apresuro a agregar –: Pero que la sientas es una buena señal.

–Me alegró.

Intentó incorporarse, pero pareció dolerle demasiado.

–Te apuñalaron, Maddi. Fue una herida muy fea. Necesitaras más tiempo para que sane por completo.

–Me han a puñalada antes –recordó –. Normalmente no tarda más que unas cuantas horas ¿Llevo poco desmayada?

–En realidad llevas desmayada varias horas –le explico –. Creo que tu cuerpo se concentró demasiado en curar tu mano que ya no tenía energías para seguir con la apuñalada.

–Bueno, supongo que el plan nos explotó en la cara, ¿no? –se burló

–Vamos –la alentó, recordando su pequeña discusión de la noche anterior a la batalla–. Solo dilo. Restriegame en la cara que tenías razón. Se que te mueres de ganas. 

–No menciones la muerte frente a una chica recién apuñalada –bromeó.

–¿Perderás tu oportunidad? –preguntó acercándose más a ella.

–Necesito que te acerques más, quiere que lo escuches claramente.

El chico obedeció, quedando a solo centímetros de los labios de la chica, quien pareció saborear el momento, tomándose su tiempo.

–Te amo –le susurró, sorprendiendo al chico, pues el esperaba una frase muy diferente, pero le tomó solo un momento procesar el cambio y la beso.

–Yo también te amo –le dijo pegado a sus labios.

_. _. _. _. _. _. 

–Daniel, sé que estas aquí –grito David al aire en medio del bosque, después de que su hermano corrió lejos del barco.

«Vamos, hermano, ¡sé que me equivoque! –continuó, sin saber realmente si lo escuchaba –¡De verdad lo lamento! Es solo que... –suspiro, nervioso –solo que tenía miedo.

«Tú siempre has sido mucho mejor que yo con el asunto de Zeus. Cuando me lo contó yo pensé que no era nada importante, ni siquiera tenía mucho sentido, y para cuando por fin lo entendí, yo no tenía ni idea de qué hacer con lo que sabía. No pude contártelo porque se volvería demasiado real, más de lo que podía soportar.

«El problema fue que mientras los años pasaban era más complicado decírtelo, ya no por mí, sino porque me lo había guardado por demasiado tiempo, hasta que se volvió imposible.

«Cuando Annabeth fue a verme, después de haber pasado por ese trance, las palabras salieron por sí solas, supongo que sólo buscaban una excusa.

«No estoy intentando excusarme –explicó –. Solo te ruego que me entiendas. Eres mi hermano –. Una lágrima rodó por su mejilla –y no quiero que me odies.

Estaba dispuesto a irse, sin saber si Daniel lo había escuchado, cuando bajó de una rama de un árbol frente a él. Estaba serio, algo nervioso y mantenía la mirada fija en el pasto.

–Zeus ya se encargó de arruinar demasiadas cosas en nuestras vidas –le explicó de pronto –, no voy a dejar que también nos separé –. Levantó la vista para verlo a la cara –. Sé que lo lamentas, hermano, en serio.

David se alegró demasiado rápido e intento abrazarlo, pero Daniel se alejó.

–Pero –agregó –aún estoy molesto por que lo ocultaras.

«Vamos a estar bien –explicó, poniendo una mano en su hombro –pero necesito tiempo.

David le sonrió, comprendiéndolo. Su hermano le devolvió la sonrisa.

–Y no te odio ¿entendido? –le aclaró antes de alejarse. 

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Otro capítulo

La pequeñita cancioncita es mía, por si les quedaba la duda. Esta medio mal hecha, pero se hace el intento. El ritmo es parecido a la que puse en el video.

¿Base mi canción de cuna en la canción que le cantaba su mamá a Marceline? Obviamente.

¿Vieron Hora de Aventura?

Es de las mejores caricaturas que hay.

También es como ese vals en Anastasia, pero esta más chida la de Marceline.

Bueno, el capítulo es corto. No más es para que se reconcilien. Ya todos están felices de nuevo. 

Eso es todo de mi parte. Comenten y voten todo lo que les diga su corazoncito.

Los quiero 🖤. Bye

¿Qué haría sin ti? (Percabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora