Querido Zack...

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Desde que Zack se fue, me siento en una constante batalla contra las agujas del reloj. Me levanto temprano en la mañana y quiero que el tiempo pase volando para poder desayunar. Cuando estoy desayunando, quiero que el tiempo pase volando hasta la hora de descanso. Cuando llega la hora de descanso quiero que el tiempo pase volando y llegue la hora de la cena. Finalmente, cuando estoy en el comedor, devorando mi comida, no puedo esperar hasta que sean las 9:00pm para poder regresar a mi cuarto, darme un ducha y despertar. Esto se ha vuelto mi rutina y no me siento interesada por las cosas a mi alrededor. Incluso cuando Zack me alentó a buscar nuevos hobbies o alguna actividad que pudiese distraer mi mente y no pensar en el todo el tiempo, no puedo enfocarme en mis actividades diarias. A veces despierto en el medio de la noche y dejo que las lágrimas enjuguen mi rostro. Quiero dejar salir todo este dolor que siento por dentro. Me siento atrapada en un pozo tan profundo y no puedo salir de allí, todo es tan oscuro y sombrío. ¿Será que arrancarme el corazón ayudaría a no tener que lidiar con estos sentimientos? 

Son las 8:00am ahora mismo y me encuentro sumergida en mis pensamientos como de costumbre. Es sábado y no tenemos actividades agendadas, entonces aprovecho de quedarme en la cama hasta tarde para no tener que lidiar con más personas. Anneliese -quién se levanta todos los días a las 6:00am sin importar el día que es- entra a la habitación y me lanza una mirada llena de decepción, como si fuese una especie de morsa que no se ha levantando de la cama por meses.

—Muy bien, levántate —cierra la puerta y se acerca a la cama, quitándome las sabanas de encima.

—¡¿Qué te pasa?! —grito enojada y jalo las sabanas hasta cubrir mi cuerpo nuevamente.

—¡Levántate! Tengo algo para ti —dice quitándome las sabanas nuevamente.

—¿Qué puedes tener para mí? ¡Déjame en paz! —exclamo furiosa y jalo las sabanas de nuevo cubriendo mi cuerpo nuevamente.

—¡Jennifer! ¡Basta con esa actitud! ¿Crees que a Zack le gustaría verte así? —pregunta y esta vez no me quita las sabanas. 

—¿Y es que tu que sabes que es lo que quiere él?  —refunfuño, sintiéndome victoriosa al haber ganado la batalla contra las sabanas y Anneliese.

—Soy su hermana.

—¿Y entonces qué? Ni siquiera te pareces a él.

Anneliese parece ofendida con mi comentario y me fusila con la mirada. 

—Eres un dolor de cabeza, ni siquiera sé porque estoy haciendo esto pero...—hace una pausa y saca algo de su mochila. 

—¿Vas a regalarme una computadora? —pregunto confundida. 

—Yo no —pone los ojos en blanco—, pero Zack sí lo va a hacer.

—¡Es un regalo de Zack! —me levanto de la cama, tirando las sabanas hacía un lado y alargo mis brazos tratando de quitarle la computadora de las manos.

—¡Espera un momento! —dice y abraza la computadora para que no pueda agarrarla—, debes escuchar algo antes.

—¿Qué necesito escuchar Anneliese? —pregunto perdiendo la paciencia.

—Esta computadora es únicamente para comunicarte con Zack. Tienes un correo electrónico que va a ser únicamente usado para conectarte con él, no puedes comunicarte con nadie más ¿entendido? —asiento con la cabeza—, además de eso, no puedes usar el explorador o el internet en general para hacer algo más. Todas las noches voy a moritonear que todo este en orden. El sistema está bloqueado para que puedas usar la computadora únicamente para comunicarte por correo. Este aparato no debe ser usado para ver películas, jugar o cualquier otra actividad. Sabes lo estricto que somos con las tecnologías aquí. Es por eso que no tienes un teléfono ¿entiendes?

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora