—¿Cómo vas a explicarme que una desconocida se ha montado en nuestro carro? —pregunta su madre enojada.—Señora, yo puedo explicarlo —intervengo y la mujer da un respingo como si tuviese miedo de mi—, no soy una criminal, solo soy una chica enamorada. mi nombre es Jennifer y su hija ha intentado ayudarme. Tengo mucho tiempo sin saber del hombre que amo y siento que algo malo le ha pasado. no puedo seguir con este nudo en la garganta, yo.... —hago una pausa, la mujer no parece creer en mi historia—, yo le juro que no es nada malo y le pido por favor que me deje en su casa.
—¡Esto es en contra de las reglas! ¡es cómo ayudar a un delincuente!
—Madre, ella no es una delincuente —Rachel alza la voz y su madre se vuelve a ella indignada, como si nunca hubiese hecho antes—, yo se que ella no se peina y usa ropa vieja y a que aveces parece indigente.
—¡Oye! —exclamo un poco ofendida.
—Pero ella no es delincuente —continua ignorando mi comentario—, es una persona de buen corazón que está enamorada. Y debo decirte que se ven muy bien juntos y que me gustaría ayudarla a tener un final feliz en su historia de amor.
—Hija, ¿por qué siempre te empeñas en ayudar a los necesitados? —me mira con cierto desagrado, como si fuese una especie de cucaracha.
—Porque así soy mamá y así me enseñaste.
La señora suelta un suspiro y se hunde en el asiento.
—¿Y qué es lo que debemos hacer con esta niña?
—Solo necesitamos dejarla en la casa de su amado —dice con un brillo en la mirada, sintiéndose como si fuese cupido.
—No vamos a esperar por ella. Podemos dejarla y nos vamos.
—Está bien —intervengo y miro a Rachel, indicándole de que todo va a estar bien—, yo puedo regresar a casa.
—Muy bien —la señora enciende el auto—, dame la dirección, niña.
Le doy la carta con la dirección, la mujer toma el sobre, escribe la dirección en el GPS y finalmente el carro se pone en marcha.
—¿Estás segura de que vas a estar bien? —susurra Rachel, tratando de no llamar la atención de su madre.
—Sí, voy a estar bien. Gracias de nuevo.
La señora aclara su garganta con un breve carraspeo e inmediatamente nos sentamos con la espalda derecha en el asiento, mirando hacia delante sin pronunciar palabra alguna. El recorrido hacia la casa de Zack transcurre en total silencio. La madre de Rachel, que parece tener alrededor de una 60 años, no dice palabra alguna y ni se molesta en colocar algo de música. No puedo hacerle muchas preguntas a Rachel y me limito a pensar en como será mi encuentro con Zack y cómo voy a explicarle que encontré su dirección y que me aparecí en la puerta de su casa.
—Niña, es aquí —dice, mientras estaciona su carro al frente de una casa pequeña, rodeada de un flores y un pasto verde.
—Muchas gracias a las dos —aprieto la mano de Rachel, dándole las gracias y puedo leer como los labios de Rachel me dicen "buena suerte".
Me bajo del carro y camino por un sendero de piedras que me lleva hasta la puerta principal. Me encuentro con una puerta de madera roja. No hay señal de algún timbre así que golpeo la puerta con mi mano y espero pacientemente. Minutos después, una mujer abre la puerta. Es una anciana, de cabello rubio y ojos azules como los de Zack. Incluso cuando unas arrugas surcan su rostro, puedo discernir su hermosa piel blanca y cómo una sonrisa dulce adorna su rostro. La señora me observa con una mezcla de curiosidad y confusión.
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Recuérdame
Lãng mạnDespués de ser diagnosticada con Lupus y tomar malas decisiones, Jennifer es enviada al mejor reformatorio y centro de rehabilitación de la ciudad de Londres. Su rebeldía y actitud pedante hacen que su estadía sea un infierno hasta que conoce a Zack...