𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 ②①

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-¡Sra. Cooper! -grita abruptamente, y cuatro segundos más tarde, ella reaparece. ¿Dónde estaba? ¿En la oficina de Robert? ¿Acaso escuchó? Oh Dios.

-¿Sr. Pasquarelli?

-Nos gustaría comer ahora mismo, por favor.

-Muy bien, señor.

Ruggero no saca sus ojos de mí. Me vigila como si fuera una criatura exótica a punto de salir corriendo. Bebo un trago de vino.

-Creo que te acompañaré con una copa -dice, suspirando, y vuelve a pasarse una mano por el cabello-. ¿No lo vas a terminar?

-No-miro mi plato apenas tocado de fettuccini para evitar la oscura mirada de Ruggero. Antes de que él pudiera decir algo, me pongo de pie y llevo nuestros platos de la mesa.

-Gia estará con nosotros en poco tiempo -murmuro. La boca de Ruggero forma una mueca de descontento, pero no dice nada.

-Yo haré eso, Sra. Pasquarelli -dice la Sra. Cooper cuando entro en la cocina.

-Gracias.

-¿Acaso no le gustó? -pregunta preocupada.

-Estaba delicioso. Simplemente no tengo hambre-dándome una pequeña sonrisa simpática, ella se da vuelta para limpiar mi
plato y pone todo en el lavavajillas.

-Voy a hacer un par de llamadas -anuncia Ruggero, dándome una mirada asesina antes de desaparecer en su estudio. Suspiro aliviada y me dirijo a nuestro cuarto. La cena fue incómoda. Sigo enfadada con Ruggero, y él piensa que no hizo nada malo. ¿Lo hizo? Mi subconsciente arquea una ceja y me mira benignamente sobre sus anteojos de media luna. Sí, lo ha hecho. Me ha hecho incluso más complicado el trabajar. Él no esperó a discutir el asunto en la relativa privacidad de nuestra casa. ¿Cómo se sentiría si yo irrumpiera en su oficina, ignorando la ley? ¡Y encima de todo, quiere darme la clínica! ¿Cómo demonios voy a dirigir un hospital psiquiátrico? Solo soy una doctora hace poco recibida en psicología, no estoy preparada psicológicamente para esto.

Miro el cielo de Seattle bañado en la luz rosada del ocaso. Y como siempre, él quiere arreglar nuestras diferencias en el cuarto... vestíbulo... cuarto de juegos... sala de televisión... aparadores de la cocina... ¡Basta! Todo siempre se reduce a sexo con él. El sexo es su mecanismo para enfrentar
las situaciones.

Voy al baño y veo mi reflejo en el espejo. Volver al mundo real es difícil. Nos las arreglamos para evitar nuestras diferencias mientras estábamos en nuestra burbuja porque estábamos muy necesitados el uno del otro. ¿Pero ahora? Recuerdo mi boda, recuerdo mis preocupaciones del día, una boda apresurada... No, no debo pensar así. Sabía que era Cincuenta Sombras cuando me casé con él. Sólo tengo que aguantar un poco y hablar con él.Hago una mueca en el espejo. Me veo pálida, y ahora tengo que lidiar con
esta mujer.

Estoy usando mi falda de lápiz gris y una blusa sin mangas. ¡Claro! Mi diosa interior saca su esmalte de uñas rojo. Desabrocho dos botones, exponiendo algo de escote. Me lavo el rostro y vuelvo a aplicarme el maquillaje, aplicando más máscara de pestañas que lo usual y poniéndome extra brillo de labios. Inclinándome, luego me esponjo el cabello vigorosamente desde la raíz a las puntas. Cuando me vuelvo a erguir, mi pelo es una melena que me rodea hasta los pechos. Me lo acomodo levemente detrás de las orejas y voy a buscar mis tacos, en lugar de mis zapatos planos. Cuando vuelvo a emerger en el gran cuarto, Ruggero tiene los planos de la casa esparcidos en la mesa del comedor. Hay música de fondo. Me
detengo en seco.

-Sra. Pasquarelli -dice cálidamente y luego me mira curiosamente.

-¿Qué es eso? -pregunto. La música es sorprendente.-Réquiem de Fauré. Te ves diferente -dice, distraído.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TEMP 3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora