➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ③⑧

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Aterrizamos suavemente en Sardy Field a las 12:25pm (MST ). Stephan detiene el avión a poca distancia de la terminal principal, y a través de las ventanas veo una larga minivan Volkswagen esperándonos.

—Buen aterrizaje —Ruggero sonríe y aprieta la mano de Stephan mientras nos preparamos para salir en fila del jet.

—La densidad de la altitud es todo, señor —Stephan sonríe en respuesta—. Beighley aquí presente es buena con las matemáticas.

Ruggero asiente al primer oficial de Stephan.

—Diste en el clavo, Beighley. Suave aterrizaje.

—Gracias, señor—sonríe satisfecha.

—Disfruten su fin de semana, Sr. Pasquarelli, Sra. Pasquarelli. Nos veremos mañana—Stephan da un paso a un lado para dejarnos desembarcar y tomando mi mano, Ruggero me conduce por las escaleras de la aeronave hacia donde Robert está esperando junto al vehículo.

—¿Minivan? —dice Ruggero sorprendido mientras Robert abre la puerta.

Robert le dirige una sonrisa apretada y contrita y un leve encogimiento de hombros.

—Último minuto, lo sé —dice Ruggero, inmediatamente aplacado.

Robert regresa al avión para retirar nuestro equipaje.

—¿Quieres que nos besemos en la parte de atrás de la van? —murmura Ruggero, un brillo travieso en sus ojos. Suelto un risita.

¿Quién es este hombre, y qué ha hecho con el Sr. Increíblemente Enfadado de los últimos días?

—Vamos ustedes dos. Entren —dice Luci detrás de nosotros, rebozando impaciencia junto a Renato. Nos subimos, nos tambaleamos hacia el asiento doble en la parte trasera y nos sentamos.

Me acurruco junto a Ruggero, y él pone su brazo sobre la parte trasera de mi asiento.

—¿Cómoda? —murmura mientras Luci y Renato ocupan el asiento frente a nosotros.

—Sí —sonrío y él besa mi frente.

Y por alguna incomprensible razón hoy me siento tímida con él. ¿Por qué? ¿Por lo de anoche? ¿Por qué tenemos compañía? No puedo definirlo. Michael y Valentina se nos unen finalmente mientras Robert abre la compuerta levadiza para guardar el equipaje. Cinco minutos después, estamos en camino.

Miro por la ventana mientras nos dirigimos hacia Aspen. Los árboles están verdes, pero un susurro del otoño venidero es evidente aquí y allá en las puntas amarillentas de las hojas. El cielo es de un azul cristalino, aunque hay nubes oscuras en el oeste. Alrededor de nosotros, en la distancia, se ciernen las Rocosas, el pico más alto directamente en frente. Son verdes y exuberantes, y las más altas están coronadas con nieve y lucen como el dibujo de un niño.

Estamos en el lugar de los juegos de invierno de los ricos y famosos. Y tengo una casa aquí. Apenas puedo creerlo. Y desde lo profundo de mi psiquis, la familiar incomodidad que siempre está presente cuando intento comprender la riqueza de Ruggero se cierne sobre mí y se burla, haciéndome sentir culpable. ¿Qué he hecho para merecer este estilo de vida? No he hecho nada, nada excepto enamorarme.

—¿Has estado antes en Aspen, Karol? —Renato se gira y me pregunta, sacándome de mi ensueño.

—No, primera vez. ¿Tú?

—Valen y yo solíamos venir mucho cuando éramos adolescentes. Papá es un entusiasta esquiador. Mamá menos.

—Tengo la esperanza de que mi esposo me enseñe a esquiar —le doy una mirada a mi hombre.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TEMP 3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora