Two blue souls. [Lance y Nevra]

Capítulo 8: El ataque.

Pov Maya

Salí al exterior, el caos se extendía a gran velocidad por el cuartel.

Gente corriendo de un lado a otro, niños llorando, gente de la guardia intentando ponerles a salvo...

En cuanto a los sucesos, los rayos violáceos seguían cayendo y destruyendo todo a su paso.

Me acerqué al kiosco central, estaba completamente destruido. Los destrozos eran de una magnitud enorme, iba a costarle mucho a la guardia recuperarse de esta.

Volví al interior, me sentía inútil sin ayudar.

Encontré a Miiko por el camino iba y venía, nerviosa.

-¡Miiko! ¿En qué puedo ayudar?- la kitsune me miró con los ojos llenos de terror.

-Envía un familiar al poblado Kappa. Necesitamos a todos aquí cuanto antes.- en cuanto terminó la frase salí corriendo.

Tenía una copia de la llave del cuarto de Shelly. Entré y vi a Andrómeda, temblorosa, acurrucada en una esquina.

Traté de calmarla, arranqué un trozo de papel y garabateé con mala letra:

"Volved lo antes posible, están atacando el Cuartel."

                            Maya.

Enrollé el trozo de papel y lo metí en el collar de Andrómeda.

Abrí la ventana, el familiar salió volando moviendo sus pequeñas alas.

Salí de la habitación a duras penas, los rayos caían cada vez más seguidos haciendo que me tambalease.

Una risa histérica resonó por todo el cuartel.

Me puso los pelos de punta.

Llegué al hall principal, Jamón estaba allí con la mayoría de los habitantes.

-Jamón pedir tranquilidad. Estar haciendo lo posible para salvar vosotros. -dijo el ogro.

En ese momento Mery y unos cuantos niños salieron corriendo hacia mí y me abrazaron. A penas me daban por la cintura, por lo que me tuve que agachar.

Muchos de ellos rompieron a llorar y les acaricié el cabello.

-Tranquilos, todo irá bien. - dije, aunque ni yo estuviese muy segura de eso.

Un rayo cayó justo en la puerta.

Otro más.

Y otro.

Cada vez caían más seguidos. El pánico inundó la sala.

La noche llegó con rapidez, hacía ya un par de horas que no veía a Nevra, desde que comenzó el ataque había desparecido por completo.

El edificio no dejaba de tambalearse, la barandilla de la escalera que subía a la enfermería cayó.

Ahogué un grito.