Capítulo 22: Traidor.

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Pov Maya

-¿Qué ha sido eso?- preguntó el vampiro alarmado.

-No tengo ni idea.- ambos nos levantamos y nos vestimos apurados.

Salimos al exterior, todo era un caos, la gente corría de un lado a otro gritando. Karenn y Alajea salían de sus cabañas.

-¡Karenn! ¡Meteos dentro! ¡YA!- gritó su hermano. Las chicas, para mi sorpresa, obedecieron sin rechistar.

Nos apresuramos a bajar las escaleras y reunirnos con los demás. Ezarel, Valkyon, Leiftan y Huang-Hua ya estaban allí

-¿Qué ha pasado?- pregunto Huang-Hua alarmada.

El elfo me observó, mientras se recogía su largo cabello en su característica coleta. Le miré y el alzó las cejas con una mirada traviesa.

Noté como la sangre ascendía rápidamente a mis mejillas.

Un grupo de náyades se acercaron a nosotros, cargaban unos bultos blancos a su espalda. Cadáveres.

Los dejaron en el suelo y levantaron la tela. Las náyades guardianas. Observé los hilos negros que subían amenazantes por sus cuellos y mandíbulas. Su piel azul, se había tornado violeta. Una escena horrible, traté de apartar la vista, pero algo hacía que mantuviese mi mirada clavada en ella.

Observé a mi alrededor, todos parecían sorprendidos, excepto Leiftan. Tenía una expresión relajada y la mirada perdida, como si estuviese en otro mundo.

-Esas criaturas... las han matado.- comentó una de las náyades, pero yo no aparté mi vista del lorialet... ¿En qué estaba pensando que lo mantenía tan absorto?

Se dio cuenta de que lo observaba y alzó la mirada, automáticamente agaché la cabeza.

-En ese caso hoy al amanecer nos pondremos en marcha.- respondió el lorialet, que había salido por completo de sus pensamientos.

Mi mente divagó... Shelly todavía no había vuelto. ¿Dónde coño estaba? Mi corazón se aceleró violentamente.

Me acerqué a Nevra cuando un chillido me interrumpió.

Pov Leiftan

Lo había dejado todo predispuesto, para que justo a la hora en la que aquel grito me despertó de mi sueño reparador, todos acudiesen a ver lo que había ocurrido.

Las dos ninfas guardianas de la entrada estaban muertas. Su tez azul se había tornado violácea y cientos de venas negras trepaban por su cuello.

Pero eran ellas o yo. Debía acceder al poblado y si me hacían pasar por la fuente, jamás hubiese podido entrar. Yo no había hecho nada malo, solo había hecho que dejasen de respirar. Oh, dioses, las había matado.

Pero no fue mi culpa. Tampoco pusieron mucha resistencia.

¿Venga ya, a quién quiero engañar? Era mucho más poderoso que ellas.

Pero no fue mi culpa. Fue suya por no dejarme pasar.

Noté una punzada de dolor en la cabeza, probablemente a causa de mis debates internos y traté de demostrar que tenía la situación bajo control.

-¿Quién creéis que ha sido?- preguntó la metida de la aprendiz de fénix.

Contuve la respiración. No, no, no. Lo había organizado todo para que parezca que no he sido yo.

-Esas criaturas... las han matado.- tenemos que pararlas cuanto antes, explicó una náyade.

Miré a mi alrededor, no sé si fue sensación mía, pero noté la mirada de Maya clavada en mi espalda. Me giré hacia ella y, en efecto, me estaba observando. Se dio de cuenta y apartó la vista.

Two blue souls. [Lance y Nevra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora