Capítulo 23: Tras la Batalla.

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Pov Ezarel

Me desperté con el murmullo de una voz, en un principio no la reconocí. Abrí los ojos y me topé con un par de ojos verdes que conocía muy bien. Shelly estaba sentada a mi lado, con mi mano entre las suyas.

-Vaya, ya veo por qué dicen eso de que hierba mala nunca muere.- rio y separó su mano de la mía.

-Por los dioses, ya veo por qué estás en Eldarya. Llegaste para matarnos a todos de la risa.-bromeé. Traté de incorporarme pero un fuerte pinchazo en la pierna hizo que me volviese a tumbar.

-Tranquilo, fiera. Voy a buscar al médico.- Shelly colocó un cojín detrás de mi espalda y me ayudó a incorporarme, salió de la tienda de campaña que habían montado para cuidar de los enfermos. 

Era una buena chica, igual que Maya, disfrutaba burlándome de ellas. 

Miré a mi alrededor, había varios heridos en diferentes camas. Algunos agonizantes y otros que comenzaban a mejorar con el paso del tiempo.

Shelly volvió con el médico. Parece que durante los días que estuve grogui, la chica había desechado casi por completo su parte humana. En el sentido de que comenzaba a vestirse como una faery normal, dejando atrás aquellas vestimentas mundanas que solían llevar puestas.

Observé su camiseta de tirantes y encaje color café,  pantalones cortos a juego, medias transparentes con hojas marrones tejidas y unas botas planas negras que le subían más arriba del tobillo. Obra de Purriry, sin duda.

-¿Cómo te encuentras?- preguntó Pawel, el médico, y uno de los más jóvenes de la Guardia. Era toda una eminencia en su campo.

-No tengo ni idea, voy de anestesia hasta la punta de las orejas. Solo he notado un pinchazo antes, cuando me desperté.- el chico me escuchaba atentamente.

Que Pawel se convirtiese en médico, abrió muchas puertas para los licántropos dentro de Eldarya. Siempre habían estado algo retirados debido a lo que ocurría con ellos cada luna llena, pero Pawel fue uno de los pioneros en descubrir un ''antídoto'', para que los hombres y mujeres lobo fuesen capaces de controlar su naturaleza. Éramos buenos amigos y nos conocíamos desde hace tiempo, habíamos estado juntos durante nuestra formación en la Guardia Absenta. Cuando llegamos a nuestro último año yo decidí seguir el camino de la alquimia, lo que me llevó a ascender hasta donde estoy hoy en día, él, quería salvar vidas. Y lo consiguió.

-Está bien, echémosle un vistazo.- Shelly se sentó de nuevo en la silla, a mi lado.

Pawel destapó mis piernas desnudas y se deshizo del vendaje, manchado con un líquido negro, dejando a la vista una asquerosa herida de la que brotaba esa ''sangre''.

Miré a Shelly, la cual tenía cara de desagrado, reprimí una sonrisa.

-Bien, tiene mucha mejor pinta que estos últimos días, pero tu cuerpo aún está expulsando el veneno. Parece que el ungüento está haciendo efecto.

-¿Qué ungüento?- pregunté con curiosidad.

-Cada vez que uno de esos espectros muere, se convierte en polvo. Ese polvo mezclado con corteza de roble blanco ayuda a neutralizar los efectos.

-¿Y cómo sabíais que eso funcionaría? ¡No sabíamos que criaturas eran!

-Leiftan dijo que se había abierto un portal entre el Páramo de los Lamentos y Eldarya. Por lo tanto, los identificamos como los espectros que allí habitan. No sabíamos como curar las heridas, pero la noche después del ataque, un libro llegó a mis manos. Allí estaban todas las respuestas.

Two blue souls. [Lance y Nevra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora