Capítulo 20: Amaltea.

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Pov Maya

-Así que una tal Anne se ponía dramática por no sé que...-se burló Nevra.

-Bueno, es una larga historia... digamos que Nate y ella eran muy similares.- recordé a mi amiga, siempre sonriente, su cabello caoba... sonreí amargamente.

A mi lado, el vampiro al oír el nombre del joven, se tensó.

Llegamos a la puerta del camarote y le invité a pasar.

-Diablos señorita, no me estará haciendo usted una propuesta indecente ¿Verdad?- su comentario me pilló por sorpresa.

-Q-qué, n-no yo... ¡Nevra!- me cubrí la cara con las manos por la vergüenza.

El vampiro se acercó y rodeó mi cintura con sus brazos, cerrando la puerta con el pie. 

-Te has puesto nervioooosa.- se burló.

-¡Eres odioso!- me giré hacia él riendo, de forma que mis ojos se encontraron con los suyos. Nunca me había fijado en lo tan grises que eran.

Nevra dejó de reírse y observó mi rostro fijamente, con intensidad. Me cargó hasta tumbarme en la cama colocándose encima mía. Apartó algunos mechones de pelo de mi cara.

Acaricié su cuello, sentía su tibio aliento en mis mejillas. Tomó mi mano en la suya para besar mis dedos. Lo acerqué a mí tirando de su kimono y le besé con pasión.

Un beso lento y suave que se volvió cada vez más intenso. Recorrió mi vientre con las yemas de sus dedos por encima de la camiseta sin dejar de besarme.

Con un movimiento rápido me coloqué encima de él. Rocé sus colmillos con mi lengua.

Las manos de Nevra se paseaban por mi espalda a su antojo. Mordisqueé su puntiagudo lóbulo.

Puso cara de perrito y me incitó a quitarme la camiseta.

Pero aún no estaba preparada. No todavía.

-Yo... no estoy lista.- suspiré tumbándome a su lado de costado. Me daba mucha vergüenza que Nevra me viese sin ropa. Nunca había estado segura de mí misma y menos aún de mi cuerpo.

Un silencio se instauró entre nosotros.

-Esperaré todo el tiempo que me pidas.- añadió colocándose sobre su antebrazo.

-Dios, es que... soy tan... insegura...- confesé.

Nevra abrió mucho los ojos y se acercó más aún a mí. Depositó un pequeño beso en mi frente.

-Maya, para mí eres preciosa tal y como eres. No me importa si eres alta, si eres baja o si tienes cuatro orejas. Solo me importa que seas tú.- su comentario me hizo reír levemente. Siempre me había sentido vulnerable ante estos temas, las lágrimas acudieron a mis ojos.

Me coloqué sobre su pecho con sus brazos rodeándome.

Estaba claro que yo no era precisamente una santa, pero no solía abrirme a la primera con todo el mundo si no tenía la suficiente confianza. Rara vez lo hacía, no era la primera vez que confesaba mis sentimientos y acababa arrepintiéndome de ello.

Two blue souls. [Lance y Nevra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora