Nota de la autora
En el multimedia la hermosa Maria Jose Llergo que bien podría ser un personaje de esta humilde historia------------------
A medida que más subia la temperatura, más embarcaciones llegaban a su pequeña cala virgen. Entrado el mes de junio Pol ya estaba sumamente cansado de visitantes locales y turistas los domingos por la mañana. Estos últimos le molestaban especialmente, con su acento de Barcelona descarado, ajeno a ser un dialecto como cualquier otro. Pol sentía que cada palabra que le dirigian se le clavaba en el estomago, erizandole la piel como si un fantasma del pasado le acechara tras la espalda.
Exausto de las visitas inoportunas y, en muchas ocasiones, demandantes de agua y aseo, Pol decidió comunicar a la Cofradia de Pescadores su cese como guarda de la zona. Para él aquello era un retiro y era imposible purificar nada si constantemente había intrusos recordandole la verguenza de porqué estaba alli.
Sorprendentemente no se sintió estraño al volver a casa. Todo conservaba una familiaridad y perenitud casi angustiante. La casa, en cambio, la encontro húmeda y lúgubre a diferencia de su estado soleado normal. Su madre había marchado a Girona con su nueva pareja. Pol suponía que habiendo vuelto a casa, pasaría por allí más a menudo que hasta entonces.
Ante la soledad de la estancia Pol no tardó en sacar su teléfono y marcar a Ona en la agenda. La muchacha aceptó rápidamente la invitación y en media hora ya se encontraba en la puerta con 6 cervezas y unas pizzas precocinadas.Como siempre que estaban juntos ambos acabaron con instrumentos en las manos. Ona jugueteaba con su ukelele cuando habló con desinterés.
- Edu vuelve este verano. ¿Lo sabías?- la sangre se le heló y deliberadamente controló su expresión y su postura, Pol juraría que incluso rebajó su pulso.
- ¿Ah, sí? ¿Cuando?- dijo fingiendo cotidianidad mientras seguía toqueteando la guitarra.
- Para el corpus.-resolvió ella.
- ¿Es en dos semanas o por ahí, no? Que fecha más rara.
- Ya. Yo le dije que porque no venía en el puente que son fiestas pero no se... ¿No te había dicho nada?
- No hablamos desde que se fue, Ona. - el desconsuelo se le coló en la voz.
- Aun no lo entiendo.- Pol se encogió de hombros como respuesta.
Él tampoco lo entendía y se torturaba con ello cada noche. Podía no querer nada con él, pero igual que con Ona, habían compartido un verano y eso debía pesar más a su parecer.
- Me apetece verle y que me cuente. Nunca me dice nada serio cuando hablamos, solo tonterías.
Pol no pudo evitar esbozar una sonrisa irónica. Ojalá él pudiera permitirse el lujo de quejarse por esas cosas. A ojos de sus amigos estaba totalmente desintoxicado. Su decisión radical de marcharse al punto más alejado de la civilización que conocía había dado sus frutos. Pol, en el fondo, estaba aterrado de reconocer que había vuelto tan carcomido como se fue. Todo el esfuerzo, la penuria, la soledad... No estaba dispuesto a reconocer que había sido en vano. No estaba dispuesto a reconocer que aun olía las sabanas desesperado, esperando encontrar algún rastro del olor que un día las impregnó, por poner un solo ejemplo de las muchas locuras que seguía haciendo casi un año después.
Esa noche, Pol marcó mentalmente la fecha en su cabeza. Quedaban 12 días exactos para la noche del corpus. Esa noche las calles se cubrirían de alfombras de flores. Un peso cosquilleante se instaló en su estómago. Pol no sabía si era pánico o esperanza. Solo sabía que era algo fuerte. Algo que lo arrastraba todo y podía hacerle quebrar. Debía pensar, planear, practicar sus reacciones, a consciencia de que al último momento todo fallaría, y era muy probable que se derrumbara entre lamentos y reproches.
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La barca se mecía y hacía el agua saltar. Pol entronó la mirada hacia ese horizonte infinito por el que el sol surgía como si le costara desprenderse del mar. La brisa le agitaba la melena y ante tal momento no pudo evitar entonar alguna melodía perdida entre su memoria dispersa. Quizás era una canción que sonaba ayer en la radio, quizás simplemente era su mente hurdando notas y acordes. Volvió a remar mientras tatareaba. Hacía siglos que no sacaba la barca vieja de su abuelo. Solía preferir la grande a motor. Pese a eso el corpus estaba cada vez más cerca y los nervios le hacían levantarse demasiadas veces durante la noche. Viendo que estaba apunto de amanecer, Pol no pudo evitar tener el impulso de rememorar esas madrugadas de pesca con las lagañas pegadas a los ojos. En momentos como aquel añoraba a su abuelo Joan. Fue casi un padre y siempre le trató con más amor del que se merecía un bastardo que por poco arruina a toda la familia.
Al volver al puerto Pol encontró, como sabía que hacía cada mañana, a Carme, una de las mujeres más ancianas del pueblo. Vivía en la parte alta y según se decía bajaba cada mañana a refrescar los pies.
- Buenos días.- saludó cortés mientras amarraba la barca.
- Buenos días. ¿Vienes de pescar?
- No. Solo estaba dando un paseo.-contestó.
- Somos dos entonces.-poco a poco la mujer se adentró en el agua hasta que le cubría las rodillas.
- ¿Hace esto cada mañana, no?
- Cuando era más joven nadaba, pero esto es lo poco que me queda. El día que no venga será porque me he muerto.
- No diga eso.-Pol rió con soltura mientras se arremangaba los pantalones y entraba también en la orilla.
- No es ninguna broma. Si no vengo es porque o bien me muerto o al no venir me moriré.-dijo con severidad.
- ¿Cree que morirá si falta un día?-ofreció su brazo sobre el que la anciana se apoyó en busca de más soporte.
- No lo creo joven, lo sé. Yo nací en esta playa y me he bañado cada día desde entonces. Tengo 93 años. Faltar sería lo mismo que dejar de ser yo y eso es lo mismo que morirse.
Pol guardó silencio mientras observaba a la anciana simplemente pararse y observar el mar. Las olas volvieron a ser el único sonido en la playa. Quizás...quizás él también se moriría si pasara un solo día alejado de la costa, pensó.
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2010 [boyslove]
RomanceDespués de años de opulencia, la austeridad llama a la puerta de Edu, un chico de buena família, buena escuela y buenos amigos. El replanteamiento de su vida empieza en una playa de aguas profundas y peñascos, con las notas de una guitarra ajena cau...