21 • Phoebe Grant

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Narrador Omnisciente

Después de despertar tranquilamente a las 11 de la mañana, almorzaron con la familia de Harry y el invitado de honor era el novio de Gemma. Luego del almuerzo, vieron un par de películas y Harry agradeció que Gemma se haya quedado dormida, por el simple hecho de que cuando duerme horas se volvía irritante. Él tenía la cabeza apoyada en el estómago de Charlie y ella le acariciaba el cabello.

—¿Quieres pasear en moto? ¿A caballo? ¿Caminando? Ha dejado de nevar ya y parece que el sol está por salir.

Charlie pareció pensarlo.

—Me gustaría la moto.

Harry se levantó y enseguida le tendió la mano a Charlie quien se puse de pie delicadamente.

—¿Ya te dije lo linda que luces hoy?

Charlotte rió y negó con la cabeza.

—Discúlpame.

—Tú luces hermoso todos los días —sonrió ella.

—Lo sé —Harry le sacó la lengua con diversión y ambos rieron más fuerte mientras subían las escaleras.

Harry se abrochó el casco que descansaba sobre la cabeza de Charlie y seguidamente dejó un corto beso en sus labios. Puso su casco sobre su propia cabeza y lo abrochó también, se montó sobre la motoneta y esperó a que Charlie se subiera detrás, quien luego lo abrazó por la cintura. Él aceleró con fuerza y salieron disparados por las tierras de la familia Styles. Charlotte se encontraba disfrutando de la brisa en su cara y de la suavidad de la espalda de Harry.

Anduvieron por unos minutos hasta que pararon frente a unas lejanas colinas.

—Qué lindo, Harry.

Charlotte se encontraba totalmente embobada, Harry sonrió.

—Compramos estas tierras hace 4 meses —comentó—. Un día me encontraba muy cabreado y tomé la moto para salir a recorrer.

—Entonces ahí encontraste este lugar —ella completó por él.

—Exacto.

—Es hermoso.

—Lo es —estuvo de acuerdo.

Charlie bajó de la moto y se quitó el casco para tomar una fotografía del bello paisaje; se quedó mirando a la nada y pensando en muchísimas cosas, dentro de ellas, estaba la increíble angustia de saber que mañana por la mañana ya estaría de vuelta en su alocada vida en Nueva York.

—¿En qué piensas? —Harry la imitó y se sentó en la hierba verde de la campiña inglesa.

—En qué debo volver a la realidad aunque no quiera.

—¿De qué hablas amor? Amas Nueva York —él hizo un ademán de obviedad y la miró nuevamente mientras tomaba asiento a su lado.

—Por supuesto qué amo Nueva York, pero... —suspiró—, hace mucho tiempo ya no me importa eso. Vivir al filo del precipicio, de una manera egoísta y desordenada, siendo generalmente inexperta en cada problema que se presenta. He dejado de pensar en mi futuro sólo porque papá es dueño de la mitad de Manhattan, he estado haciendo lo que quise desde que tengo prácticamente noción del tiempo —bufó llevándose sus manos a la cara—. Estando aquí contigo me doy cuenta que todo es mucho mejor y sano, tu familia te hace feliz, te despiertas con el ruido de los pájaros. La vida parece ir más despacio.

—Oye tranquila —negó Harry—. Yo te comprendo.

—No Harry, no entiendes. La fiesta, la parranda, las cosas peligrosamente estupidas que haces con tantas ganas y al día siguiente no te puedes mirar al espejo... ya no quiero eso para mi, no soportaría que los demás hablen de mi —negó.

𝗠𝗜𝗦𝗦 𝗡𝗘𝗪 𝗬𝗢𝗥𝗞, 𝗁𝖺𝗋𝗋𝗒 𝗌𝗍𝗒𝗅𝖾𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora