• Epílogo

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(Un año después)

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(Un año después)

Londres, Inglaterra.

27 de octubre de 2018.
00:00 hs.

Inhalé y exhalé varias veces parada frente a la puerta de la mansión donde un montón de cosas ocurrieron tan sólo 12 meses atrás, sabiendo que, había una pequeña probabilidad de que todo estuviese por terminar otra vez.

Los recuerdos revoloteaban por mi cabeza, en imágenes flotantes, reconfortándome con el hecho de que si esto llegaba a su fin, al menos conservaría las memorias que una vez este lugar me obsequió. O, que, Harry particularmente me regaló.

Golpeé mis nudillos contra la puerta un par de veces con la cajita aguamarina en la mano que ya todos sabíamos que contenía, mientras en mi interior algo se retorcía de ansiedad, esperando por el castaño que no veía hacia mucho tiempo.

Nadie respondió.

Pensé que posiblemente ninguno de los chicos incluso Harry estaba. Sin embargo, después de unos segundos, oí la puerta abrirse, y rápidamente, alisé mi blusa blanca al mismo tiempo que acomodaba mi cabello rubio, ahora ya no más hasta la cintura sino que hasta los hombros.

No obstante, el mundo se me vino encima, cuando una bellísima joven rubia, con el aspecto de recién levantada, me recibió. Llevaba puesta una remera de Harry, lo sabía porque se la había visto puesta un montón de veces, era negra con el logo de Nirvana en color amarillo.

Algo en mi se quebró y no estoy segura qué, pero la historia ya estaba hecha en mi cabeza, y a fin de cuentas, Harry y yo no éramos nada. Me dolía, por alguna razón sentía que me dolía, y mis piernas no dejaban de temblar.

—¿Se te perdió algo? —cuestionó, apoyando su cuerpo sobre el marco de la puesta. Me tragué el nudo en mi garganta y traté de hablar sin llorar.

—No... no es nada, sólo... me equivoqué —logré decir a lo que ella simplemente rodó sus ojos y me dieron ganas de golpearla.

La rubia cerró la puerta y entonces no lo soporté más. Mis rodillas acababan de chocar bruscamente con el suelo. Las lágrimas comenzaron a caer de mis mejillas sin siquiera haberlas autorizado. Necesitaba juntar fuerzas y salir de ahí ahora mismo.

No podía parar de llorar. Harry Styles me había remplazado tan rápido como lo que canta un gallo, y fue entonces cuando caí en darme cuenta de que aún estaba enamorada de él y que los idiotas como él, jamás cambiaban.

Sin embargo, ya era demasiado tarde para darse cuenta y había
apenas pasado un año.

Papá tenía razón y en estos momentos lo echo muchísimo de menos... ojalá esté bien donde sea que se encuentre.

Y yo jamás debí haber cedido ante sus encantos, ¿pero ahora me arrepentía?
Pensé que nuestra historia no tendría un final, porque creí que apenas empezaba.

Como pude, me incorporé de nuevo y miré la puerta por última vez, sentí el impulso de girar el picaporte, entrar y decirle que aún lo amaba, pero... ¿De qué iba a servirme? Exacto, de nada.

Caminé lentamente hasta mi cadillac negro y conduje lejos de allí dispuesta a iniciar desde cero, pero esta vez... conmigo misma, porque a veces para encontrarnos, primeramente debemos perdernos a nosotros mismos.

 conmigo misma, porque a veces para encontrarnos, primeramente debemos perdernos a nosotros mismos

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The end.

𝗠𝗜𝗦𝗦 𝗡𝗘𝗪 𝗬𝗢𝗥𝗞, 𝗁𝖺𝗋𝗋𝗒 𝗌𝗍𝗒𝗅𝖾𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora