PREFACIO

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Entre la oscuridad de la casa, en una habitación alejada cuatro cunas de oro negro portaba cuatro bebés de cabellos platas.

El frío aire entró por la ventana despertando a uno de los bebés de ojos violetas quien miró al techo moviendo sus pequeños pies pero nunca lloro.

Un hombre de ojos azules abrió la ventana dejando por completo el aire, al entrar sus pasos resonaron en la habitación dejando como huella nieve a su alrededor. Los ojos del extraño se posaron en las cuatro cunas y camino hacia ellas.

Se posó en la primer cuna mirando al bebé que dormía con tranquilidad sabiendo en su interior que ningun mal podría sucederle.

-Muy arrogante- hablo el hombre alejándose del niño.

Camino de lado posando en la segunda cuna mirando al otro varón.

-Muy ambicioso-hablo mirandolo.

Volvió a dar dos pasos quedando delante de la tercer cuna.

-Muy gentil- miro a la única niña.

Se acercó lentamente y nego, no era buena para su plan. Volvió a dar dos pasos quedando frente a la última cuna donde para su sorpresa el bebé jugaba con sus manos mientras la miraba con fascinación, luego los ojos violetas del bebé se posaron en el hombre y lo miró con atención, no hizo un puchero ni ningún indicio de querer llorar, solo lo miraba con atención.

El hombre levantó al bebé entre sus brazos, el bebé sonrio mostrando sus dientes con diversion.

-El hijo del rey loco- hablo el extraño con una sonrisa- Perfecto para mi plan.

Dejo al bebé en la cuna, este último hizo un puchero de querer llorar a lo que el extraño con un movimiento de mano dejó caer un poco de nieve en la cuna haciendo reír al bebé, el hombre dio media vuelta abandonando la habitación con una gran sonrisa en el rostro teniendo su futuro plan planeado para tomar el trono de hierro.

GOT: La espada de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora