Renuncia de derechos: los personajes que aparezcan aquí, les pertenecen a sus respectivos dueños y autores.
La gran carga de la culpa era palpable en los grandes ojos oscuros de la reina Elinor. Factiblemente su conciencia no le dejaría en paz durante un largo periodo de tiempo ante la gran atrocidad que cometió contra su hija Mérida.
Impotente, no sabiendo que hacer, la reina de la mismísima Escocia estuvo dando vueltas alrededor de su cuarto atrapada entre sus pensamientos, buscando un arreglo ante el hechizo sobre su hija. "Si hubiese una forma de contrarrestar tal hechizo, de forma que Mérida pudiera volver a recordar... a Goku... No pierdo nada por consultarlo" divagó ella, y tales cavilaciones fueron interrumpidas cuando la puerta de su cuarto se entreabrió lentamente, emitiendo un característico sonido chirriante, agudo y corto.
-¿Elinor?.-era el rey Fergus, quien pronunciaba el nombre de su esposa asomando su cabeza a la habitación, sus ojos negruzcos vieron como la reina se vestía sigilosamente una oscura capa cubriendo entero cuerpo salvo su rostro-. Elinor querida, ¿adónde vas?.
-Fergus... debo hacerlo, mi conciencia no reposará en paz hasta que lo haga, y si no hay solución al hechizo, tendré que vivir con esa culpa.-palabras colmadas de tristeza surcaron los labios de Elinor, y su esposo, entendiendo a lo que se refería, entró al cuarto nupcial y posó su gran mano gentil sobre el hombro.
-que sea lo que tenga que ser querida, ve con cuidado, la noche está al caer.-acariciando suavemente la mejilla de la reina, Fergus expresó su opinión y Elinor, asintió ante esas palabras, saliendo posteriormente del cuarto.
"sólo espero que todo esto salga bien" aquellos pensamientos por parte del rey vinieron acompañados de un pequeño suspiro de su parte, que reflejaba un exacerbado cansancio.
La suave brisa de la oscura noche ondeaba sosegadamente el rubescente cabello rebelde de la princesa y heredera del trono de DunBroch, mientras cabalgaba firmemente a bordo de su caballo en dirección al castillo.
El plasma sanguíneo seguía saliendo del cuerpo del azabache de extraño cabello que iba junto con Mérida, probablemente si seguía perdiendo más sangre acabaría falleciendo.
Dando la última galopada, finalmente llegaron al imponente castillo de DunBroch, la princesa, utilizando todas sus fuerzas en el acto, bajó al azabache de su caballo depositándose momentáneamente en el suelo. Depuso a Agnus en el establo y le dio de beber acariciando su suave pelaje.
Luego de tal acto, Mérida trató de sostener al azabache para llevárselo a su cuarto, pero el simple hecho de levantar el cuerpo del pelinegro le resultaba costoso, a pesar de poner todas sus fuerzas.
-no puedo levantarlo, no hay manera.-murmuró la princesa bajando su cabeza, rendida , impotente y derrotada-. no puedo dejarlo aqui, si sigue perdiendo más sangre se va a morir, ¿qué debo hacer?.-una idea surcó su mente cuando sus cerúleos ojos se llenaron de un brillo observando una carretilla de madera cerca del establo.
Ella, se acercó y con una radiante sonrisa cogió la carretilla y la estacionó donde estaba el cuerpo del joven. Empleando toda su fuerza, Mérida lo levantó y depositó seguidamente en la carretilla. cogió un oscuro manto y cubrió el cuerpo del joven con el objetivo de pasar desapercibida en el camino hasta su habitación.
Condujo la carretilla con calma y temple, manteniendo el equilibrio sobre ella, entró por las mazmorras del palacio y repentinamente frenó su curso en aquel lugar.
-si mal no recuerdo, por esta zona había una especie de cuarto, tenerlo en mi habitación resultará bastante problemático.-espetó ella, acariciando suavemente su barbilla, adoptando una postura pensativa-. de momento lo dejaré por aquí, nunca viene nadie a esa sala.-la princesa llevó la carretilla hasta una estacionar la frente a una puerta.

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Un Destino ☑
RomanceEl Destino unirá a una princesa que vive en soledad obligada a ser quien no es y un guerrero legendario que ha olvidado su pasado ¿Cómo terminará todo?