Renuncia de derechos, los personajes que aparezcan aquí les pertenecen a sus respectivos dueños y autores.
Un mes había pasado desde la partida de Goku, y durante ese tiempo la tristeza de la princesa no cesó en ningún día, esperanzada de que su amigo regresaría algún día.
Todas las noches se sentaba al lado de su ventana mirando las estrellas, recordando todos los momentos que vivió junto a su amigo a lo largo del tiempo que permanecieron juntos en el palacio.
Recordaba el momento en que se conocieron aquella noche inviernal, una de la noches más felices de su vida.
Rememoraba también las veces que se divirtieron, todo lo que hicieron juntos a lo largo de este tiempo y las muchas promesas que mantenían el uno con el otro.
Cada noche se preguntaba si Goku volvería algún día, pero esperaría pacientemente a que su amigo regresara tal y como le había prometido. Aquella promesa era su ilusión, y la esperanza que la mantenía en pie.
Jamás desistiría en su esperanza y no dejaría de creer en que algún día su único amigo regresara al palacio.
Presente.
Mérida estaba recostada en su cama leyendo una novela. Aquella novela fue la que leyó el día en que Goku se fue y desde entonces esta era la décima vez que la leía.
Nunca se cansaba de hacerlo, es más, el hecho de leer tal novela le evocaba con suma nostalgia los tiempos en que se divertía junto a Goku hora tras hora.
Desde la partida de Goku no había vuelto a preparar un sólo pastel o galletas siquiera. Esperaba que su amigo le cocinase a ella en el momento de su regreso.
También esperaba presentarle a sus tres traviesos hermanos, nunca tuvo la oportunidad de hacerlo por temor a que su madre la descubriera pero cuando Goku regresara ese temor se iría para siempre.
Le acabaría contando a su madre que el pelinegro vivía en el castillo desde hace varios meses y le pediría que se quedase a vivir ahí para siempre o cuantos años viviesen.
Si su madre no aceptaba aquella propuesta, ella finalmente se iría junto a Goku del castillo, en busca de aventuras y odiseas, recorriendo el mundo entero.
Pero lo que menos quería era abandonar a su familia, tendría que meditar bastante aquella decisión.
Toc Toc.
La puerta del cuarto sonó con leves toques y la princesa cerró sus libro suspirando con aburrimiento.
"Mérida, ya está el desayuno"-. La voz de su madre Elinor sonó al otro lado de la puerta y la pelirroja caminó lentamente hasta abrir la puerta.
-Enseguida bajo -la princesa habló con un tono de voz apagado y salió del cuarto.
Más tarde.
Mérida estaba desayunando junto a su familia mientras su padre Fergus le observaba con preocupación.
-¿Qué te ocurre hija? -preguntó Fergus de repente irrumpiendo el silencio que reinaba con anterioridad.
Mérida detuvo su masticación para mirar a su padre, notando que su preocupación por ella era real.
-Nada papá, sólo que... -Mérida dudo por unos instantes, hasta que meneó la cabeza- no es nada, olvídalo.
-¿Estás segura? En el último mes has estado bastante triste y decaída -añadió su padre con el ceño fruncido.
Elinor escuchaba tranquilamente, de momento su intervención no era necesaria así que estaba callada.

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Un Destino ☑
DragosteEl Destino unirá a una princesa que vive en soledad obligada a ser quien no es y un guerrero legendario que ha olvidado su pasado ¿Cómo terminará todo?