Capitulo 5

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Renuncia de derechos: los personajes que aparezcan aquí, les pertenecen a sus respectivos dueños y autores.

La princesa comenzó a despertarse cuando una ínfima porción del luz solar entró por la ventana de su habitación calando en sus facciones.

Comenzó a abrir los ojos, aturdida por la luminiscencia solar, y se los frotó lentamente logrando distinguir perfectamente el entorno en el que se encontraba.

Bostezo ligeramente, silenciando su acto tapándose la boca con la mano izquierda.

-"bueno, pues aquí comienza otro aburrid...".-no llegó a acabar sus pensamientos cuando una serie de imágenes invadieron su mente de manera fugaz.

Sus suaves labios se curvaron hacia arriba llenos de alegría y sus ojos brillaría de emoción.

-"¡por fin!".-la princesa no pudo evitar emocionarse intensamente al recordar que finalmente el chico que recogió hace unos meses estaba despierto, eso significaba que ya no estaría sola y tendría alguien con quien hablar-. "ojalá no haya sido un sueño...".-apenas descendió vertiginosamente del suave colchón de su cama cuando salió de su habitación corriendo en dirección a las mazmorras.

Su corazón latía como si el tiempo tuviera fin, sus sentidos estaban absolutamente ensimismados en un único objetivo, su mirada parecía estática, sus pies caminaban guiados por una sola motivación.

Ella bajó las escaleras de dos en dos, completamente descalza y con su melena rojiza íntegramente despeinada.

Llegó a donde estaba el comedor, en el cual se hallaba la familia sentada, esperando a que Mérida descendiera para empezar con el desayuno real.

Ella se frenó durante unos segundos, correspondiendo a la atónita mirada que le regalaban sus padres.

-Mérida hija, te estamos esperando para iniciar con el desayuno.-informó el rey frunciendo tenuemente sus pobladas cejas al pronunciar aquellas palabras.

-No tengo hambre, voy a ver a Agnus, ¡nos vemos!-mintió la princesa, girando su cuerpo en dirección a las escaleras para proseguir su descenso a las mazmorras, y sus padres asintieron sin inmutar palabra, pero antes...

-¡Espera!.-ante aquella orden dada por la reina elinor, los apresurados pasos de la princesa llegaron a detenerse, esperando una explicación o algo verdaderamente útil de oír-. Hoy tendrás clases de andar, concretamente en tres horas, ve preparándote.-declaró la reina, sin expresión alguna en el rostro, mirando a su hija desde el rabillo del ojo derecho.

La princesa sólo suspiró resignadamente, después de todo no podía hacer nada al respecto salvo obedecer a los mandamientos de su madre, y siguió bajando las escaleras de dos en dos, ansiando llegar cuanto antes a la mazmorra y hablar con el que podría ser su único amigo.

-"ojalá no haya sido un sueño... ojalá no haya sido un sueño... ojalá no haya sido un sueño".-se repetía una y otra vez la pequeña princesa cerrando sus ojos por momentos y cruzando entre sí sus dedos, rogando que su sueño haya podido cumplirse.

Después de unos minutos, su caminata hasta las mazmorras se detuvo enfrente de la anciana puerta que daba acceso al cobertizo donde vivía desde hace tres meses el azabache de cabello extraño.

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