3.-Boda y Graduación

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Dicen que la venganza es un plato dulce que se sirve frío.
Que mejor venganza que enterarte que tu ex se casará con otra justo el día de su graduación, donde se supone que estarían juntos divirtiéndose.

Liz había planeado llevarlo a su departamento, darle cena, champagne, una velada romántica.

Pero justo cuando se acerca a decírselo, escucho de la boca del rubio.:

-Si, solo vine a la entrega del certificado, me espera aún un largo día, hoy es mi boda.-

Sintió sudar frío.

¿Así sintió Meliodas al verla con otro hombre?

Incluso sus piernas comenzaron a temblar, nerviosismo, miedo, rabia, eran tantas emociones juntas.

Se dio vuelta y se alejó corriendo de ahí.

El giro para verla correr, sabía que escucho lo que dijo, sabía que le dolía, era lo que se merecía luego de esa traición.

La entrega de certificados terminó, el rubio se tomó fotos con sus amigos y compañeros, les deseo suerte y se despidió de ellos.

Llegó tan rápido como pudo a su hogar solo para cambiarse.

Estaba terminando de acomodar su corbata cuando su puerta sonó.

-¡Adelante!-
Pronunció aún acomodando su corbata.

-¿Listo para el show?-
Preguntaba Zeldris mientras entraba a la habitación de su hermano mayor, lo veía ya bien arreglado, estaba listo ya.

-Si, ya acabe, te ves bien zeldris.-
Comentó al mirar hacia el, con el smoking negro, y los zapatos brillantes, el cabello bien peinado y la corbata puesta.

-Bueno, vamos, se puede arrepentir la novia.-

Meliodas rio.

-Lo dudo me ama de verdad.-

Ahora Zeldris reía, el sabía bien el pacto que su hermano y Zaneri tenían, y lo apoyaba, si de negocios se trataba este era uno muy bueno.

La madre de ambos los esperaba en las escaleras con una gran sonrisa.

Meliodas tomó el brazo de su madre y bajaron las escaleras para ir a donde se celebraría la ceremonia.

-¡Acepto!-

Con unas simples palabras el matrimonio de aquel par de jóvenes quedaba sellado, ahora venía la parte difícil.

-Puedes besar a la novia.-

Rayos, olvidaron ese detalle.

Meliodas la miró confundido, nervioso y muy incómodo. Era su mejor amiga, no quería hacerlo.

Zaneri sin embargo cerró los ojos y puso en posición sus labios rojos esperando el beso.

El se tensó un poco. ¿De verdad esperaba que la besara?

Sabía que todos los veían.

Solo era un pacto después de todo.

Se acercó a ella y la besó suavemente.

Zaneri al sentir los labios del rubio sobre los de ella profundizó el beso, sorprendiendo al mismo Meliodas, pero el correspondió.

Al separarse ambos estaban muy sonrojados.

Todos aplaudían y felicitaban a los recién casados.

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Había pasado un mes de la boda, Meliodas acomodaba sus maletas para irse a Oregón a buscar departamento para asistir a su nuevo trabajo. Las clases comenzarían en 15 días, tenía suficiente tiempo para adaptarse antes de que las clases comenzaran.

Zaneri por su parte terminaba su carrera y debía hacer unos meses su servicio social en una ciudad a las afueras de Oregón, a ambos les cayó bien, ya que hicieron creerle al padre de Zaneri que vivirían juntos, incluso les compro una camioneta para que se fueran hasta ahí.

Ambos acomodaban sus cosas, Meliodas ayudaría a Zaneri a llevar sus cosas a un departamento que ella ya había conseguido en aquel lugar. Y el seguiría su camino.

Con las maletas en la camioneta se dirigieron a su destino.

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A seis días antes de que iniciaran las clases, a Zaneri le llegó una triste noticia.
Su padre había fallecido.

Meliodas debía estar presente en la lectura del testamento, las clausulas eran claras.

Ella recibiría una cantidad al mes, y cuando tuviera el año de casados ella cobraría toda la herencia junto a Meliodas, su esposo.

El ya le había dejado en claro que la acompañaria pero que no quería ni un peso de su herencia.

Con la muerte del padre de Zaneri todo se tranquilizó.

Ella viviría lejos de Meliodas y el en Oregón, cada quien haría su vida y no tenían que darle motivo a nadie.

Todo comenzaba a tomar su lugar en el destino de ambos.

Meliodas encontró departamento en una pequeña colonia, muchas casas eran de dos pisos o muy amplias, solo el condominio de departamentos donde el rentaba se ubicaba en aquella colonia.

Se había adoptado fácil a las calles de aquella ciudad y la escuela donde daría clases estaba a unos minutos de su departamento.

Salía a caminar todos los días, y se socializaba con los vecinos.

Había visto un par de veces a una chica en particular, una jovencita de quizá 16 o 17 años, tenía un cuerpo muy desarrollado para su corta edad y parecía muy tímida, pero gentil y educada.
No había tenido la oportunidad de hablarla, solo había visto que paseaba por las calles con su perro.

Había algo en su mirada de ella que le causaba cierta ternura.
No era algo que le quitará el sueño, solo que la mirada de aquella chica era la más bella que había visto.

Una noche antes de iniciar su nueva etapa llamó a su gran amiga.

-¿Lista para mañana?-
Preguntaba mientras estaba acostado ya en su cama.

-Por supuesto, estoy emocionada con realizar mis prácticas. ¿Y tú? ¿Todo en orden?-

-Claro, bueno, te saludaré mañana Zaneri, suerte.-

Colgó el teléfono y lo dejó sobre la mesita de noche cerca de su cama.

El despertar estaba puesto.

Cerró sus ojos y pronto el sueño lo venció, al día siguiente empezaría una nueva etapa de su vida.

La mejor sin duda.

* Mi querido Profesor *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora